¿Democracia? Perdone, pero no le entiendo
La democracia está cayendo.

Manifestaciones, huelgas generales, protestas y múltiples acciones de una sociedad española cansada. El gobierno democrático parece que no es capaz de acontentar a una masa ciudadana que cada día confía menos en esas personas que únicamente tienen la función de hacer lo mejor para el país y, en consecuencia, para sus habitantes. La primera pregunta que se puede hacer cualquier persona sería: ¿Por qué? ¿Por qué los políticos, los cuales lo único que deben es hacer felices a los ciudadanos, no lo hacen?

¿Qué era la democracia en sus inicios? ¿Cuál era su fin?

Era en la antigua Grecia, organizada en Polis, las actuales ciudades. Aún siendo una sociedad muy antigua, existía aproximadamente en el 1000 a.C., los problemas en la dirección del conjunto de habitantes ya estaban latentes. En Grecia comprendieron que el hecho de estar todos los ciudadanos bajo la dirección de una sola persona no era la mejor solución. Rompieron con el modelo tirano-burócrata y impusieron una manera de hacer que crearía un antes y un después: la democracia. Éste modelo quería conseguir que el pueblo decidiera por él mismo, utilizando un recinto, el Ágora, donde los sabios hablarían con el pueblo sobre los problemas y sugerencias periódicamente y de ese diálogo surgirían las medidas a tomar. Los sabios eran considerados las personas más calificadas, inteligentes y respetadas. En resumen, el pueblo periódicamente iba al Ágora, hablaba con los sabios y filósofos, se acordaban decisiones y se cumplía lo pactado. Evidentemente, el cargo de los sabios era voluntario, pero todos querían serlo. El pueblo se sentía partícipe de todas las decisiones tomadas y confiaban en las personas que estaban "a cargo" de la Polis. Y entre comillas porque prácticamente se podía decir que cada persona estaba a cargo de su ciudad-país.

Democracia utópica

Lo cierto es que el modelo inicial de democracia practicado en la antigua Grecia es absolutamente utópico en la actualidad y no se podría llevar a cabo por la cantidad de personas que hay en cada país, a diferencia de Grecia que cada ciudad tenía su propio gobierno. También la distancia haría imposible que la gente se trasladara para hablar sobre el país. Por último, la mentalidad de la gente ahora es, probablemente, inversa a la de la Grecia antigua.

La democracia actual

Se sigue llamando democracia a un sistema que no tiene nada que ver con sus inicios. El modelo democrático que se aplica defiende la soberanía del pueblo sobre él mismo, pudiendo decidir todo aquello que se decide sobre ellos. Para hacerlo viable, se hacen votaciones cada 4 años. Los ciudadanos votan a las personas que creen que defenderán mejor sus intereses. Estas personas que se presentan para ser votadas se agrupan en conjuntos de diferentes ideologías y maneras de hacer, con diferentes medidas a realizar si llegan a gobernar. Antes de cada votación, tienen un tiempo para explicar sus ideas, lo que quieren hacer y lo que nunca harían. La gente tiene tiempo para pensar que grupo podría ser el mejor y llegan las votaciones, donde la gente mayor de 18 años vota al partido político que más le convence.

La teoría y la práctica a veces difieren

Hasta aquí, todo correcto. Pero si se lee entre líneas observaremos que los ciudadanos sólo participan en las decisiones 1 vez cada 4 años y el peso de su decisión es bastante pequeño. Cuando votan, votan unas ideas, unas palabras, unas promesas que podrían no ser verdad. Es decir, un partido político puede hacer una campaña electoral basándose en unas ideas muy populistas y, en cuanto entra en el gobierno, hacer todo lo contrario. Los partidos políticos nunca dejan de lado los intereses del partido por el bien del pueblo, pero sí dejan de lado el bien del pueblo por los intereses del partido. Los políticos acostumbran a tener unos sueldos desorbitados, cobrando más que ciudadanos con carreras universitarias que trabajan para salvar vidas o jugándose la propia para apagar incendios. Y la tendencia en las últimas elecciones es que más de un 40% de la población no acuda a su única posibilidad cada 4 años de expresar su opinión debido a la desconfianza que tiene en los dirigentes del país.

¿En qué nos hemos convertido?

La democracia vendida hasta entonces está caducando. Prácticamente, de la democracia inicial sólo queda el nombre. Los políticos no son los más sabios pero cobran como si lo fueran. Hablan como si defendieran la sociedad cuando no se cansan de hacer recortes en servicios primarios que la perjudican. Viajan al extranjero para hablar sobre su propio país cuando apenas lo defienden en su propia casa. ¿Democracia? Perdone, pero no le entiendo.

Mirar al futuro

Si las cosas siguen como hasta ahora, posiblemente la situación se vuelva insostenible. Si en la Grecia antigua los dirigentes de las Polis eran las personas más respetadas, actualmente los políticos tienen una muy mala, para no decir horrorosa, reputación. Se les acusa de ser egoístas, un adjetivo totalmente incompatible con la democracia. Los políticos siempre se defienden en el sentido democrático de sus decisiones y que hacen lo mejor para el país. Pero si se analizan un par de circunstancias actuales, de las muchas que pueden haber, el sentido democrático y su intención de hacer lo mejor para el país sería, cuanto menos, discutible. Huelgas generales, huelgas en hospitales públicos, en universidades... Por mucho que el gobierno quiera reducir el déficit, esa palabra que se ha puesto tan de moda en los últimos tiempos, no puede decir que los recortes son buenos para los ciudadanos. Una situación económica desfavorable y recortes hacen que el índice de pobreza de la situación se sitúe en unos niveles alarmantes. Pero, ¿esta dificultad económica viene provocada por los ciudadanos? La respuesta es no, pero, en cambio, sí que pagan las consecuencias. Y quien sí la provocó, las instituciones bancarias, son las que reciben las ayudas. Es decir, se recorta el presupuesto de hospitales y universidades para darle ese dinero a los bancos. Y, por si fuera poco, los únicos presupuestos que no se alteran son los de la Iglesia y el militar. Lo más preocupante es que los políticos se dan cuenta y no hacen nada por evitarlo, es más, lo defienden. Ver para creer. Pero aún hay más. En Cataluña se pide a gritos el "derecho a decidir", que el pueblo pueda expresarse mediante una pregunta, referéndum, y poder mostrar su opinión acerca alguna cuestión que propone el gobierno. Partiendo de la base que el derecho a decidir del pueblo es un derecho inalienable en la democracia, ya que la democracia basa toda su existencia en la obligación del pueblo a decidir. Y para seguir asombrando, el gobierno español dice que es "anticonstitucional". Entonces, ¿tiene España una constitución antidemocrática? ¿Las leyes que rigen la democracia española no son democráticas? Después de estos dos ejemplos, la sensación es que si se tuviera que explicar la democracia española a una persona extranjera pasaríamos vergüenza.

Si se juntan todas las conclusiones sacadas sobre las personas u organizaciones que están al mando de este país, se puede entender la situación actual. Pero para acabar de una manera más optimista, una propuesta: si se penalizaran con dinero todas las promesas electorales incumplidas, los políticos prometerían con más sensatez, sin engañar, ya que cuando se les toca su bolsillo... Ese es el egoísmo político que ha llevado a los dirigentes a su reputación. Todas las promesas electorales serían más sensatas y realistas. En el caso que no se cumplieran, se descuenta una parte del sueldo o se despide al responsable. Porque en las empresas españolas si un trabajador miente en la entrevista y después no cumple con lo que se le pide, se le invita a irse. ¿Por qué con los políticos, con un sueldo enorme y pagado por los ciudadanos, no se hace lo mismo?

En definitiva, hace falta un cambio, de mentalidad, de personas o ambos, pero un cambio. Y los ciudadanos son los únicos que pueden llevarlo a cabo.

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