El sondeo de enero de Metroscopia: la consolidación del terremoto electoral
Gráfico con los resultados del sondeo

La última encuesta de Metroscopia arroja unos resultados que consolidan lo que se iba fraguando meses atrás. Pero, evidentemente, todavía no sirven para responder el interrogante de quién gobernará España el año que viene. Las encuestas, como todo, hay que situarlas e interpretarlas de acuerdo al contexto correspondiente. Por ejemplo, una comparecencia de un presidente de gobierno no puede tener el mismo significado a los dos años de legislatura que a pocos meses antes de unas elecciones. En la segunda de ellas habrá un cambio en su discurso que, para poder comprenderse adecuadamente, deberá ser interpretado también en clave electoral. En cualquier caso, primeramente conviene observar los principales elementos que sirvieron de antesala al resultado de esta encuesta.

¿Qué había antes de la aparición de Podemos? En este sentido, hay un elemento, como es la crisis económica, que condiciona inevitablemente la respuesta política de la gente, ya que los políticos, hasta el momento, parece que no han ofrecido soluciones reales a la misma. Mientras tanto, la corrupción, dada su naturaleza sistémica, alcanzó a la mayoría de partidos del Estado. Debido a todo ello, los ocupantes circunstanciales del bipartidismo (PP – PSOE) han mostrado evidentes signos de agotamiento, lo que debilita el binomio habitual. Sin embargo, como el resto de partidos tradicionales tampoco eran vistos, por la mayoría del electorado, como alternativas reales de gobierno, la tasa de abstención registró unos niveles considerablemente altos.

En la actualidad, aquellos inconvenientes todavía persisten, aunque ahora Podemos es la primera fuerza política, con una intención de voto de un 28,2%. Este partido ha conseguido canalizar gran parte de ese descontento hacia una opción, contemplada en el propio sistema, como son las elecciones. No obstante, su irrupción ha tenido más implicaciones. La más llamativa es cómo ha relegado a Izquierda Unida a la quinta posición del panorama político español. Esta formación, que habitualmente era considerada la tercera fuerza, consiguió aumentar su intención de voto durante ciertos momentos recientes. De hecho, llegó a alcanzar el 6,9% de los sufragios en las elecciones generales de 2011 y, aunque todo parecía indicar que incrementaría esos apoyos, actualmente solo parece contar con el 5,3% de los mismos.

El otro afectado, aunque en menor medida, es el PSOE. Por más que lo niegue, Podemos le ha costado votos. A pesar de ciertas oscilaciones, es posible apreciar una correlación inversa entre la línea que indica el auge de la nueva formación, y el descenso del histórico partido español. Para frenar esta tendencia, el PSOE, después de tratar de ignorar a Podemos, intenta recalcar, frente a la indefinición ideológica del nuevo partido, que ellos son la auténtica alternativa de izquierdas. El problema del Partido Socialista, en este caso, es que tienen un pasado en las instituciones. Frente a ello, es cierto que Podemos se presenta como una opción transversal que pretende aglutinar al mayor número posible de electores. En realidad, han llevado el clásico concepto de partido catch – all, a un nivel superior, consiguiendo transformar un posible problema de indefinición en una de sus mejores bazas.

Por otro lado, el Partido Popular, el más castigado en las encuestas con una pérdida de más del 25% de los sufragios, también ha acusado el fenómeno Podemos. Sin embargo, la formación conservadora tampoco debe olvidar aquellas personas que han dejado de confiar en ellos, pero que tampoco se plantearían votar a Podemos. Ello implica que deben vigilar la abstención, pero sin perder de vista el trasvase de votos a otras formaciones más cercanas a sus postulados como puedan ser UPyD o Ciudadanos. De hecho, Ciudadanos, en su salto estatal, ha sido la otra sorpresa del sondeo con un nada desdeñable 8,1% de intención de voto. Frente a ello, el PP apuesta por una estrategia que bien podría llamarse la doctrina de la estabilidad. Cada vez que este partido se ve electoralmente amenazado arguye que ellos son la garantía de estabilidad. Un recurso destinado a alimentar aquel temor que puede existir frente a lo desconocido.

Asimismo, no conviene subestimar el factor emocional a la hora de responder en este tipo de encuestas. Aquellas personas profundamente desencantadas con los partidos tradicionales, en estos momentos no titubearán en afirmar que van a votar a Podemos, ya que también el voto a la nueva formación tiene un valor de castigo respecto a este tipo de partidos. Ese hecho, normalmente se reivindica con orgullo. Por otra parte, aquellas personas que sigan confiando en el Partido Popular o en el Partido Socialista, bajo estas circunstancias tan duras, es comprensible que quizás no deseen hacer público su apoyo, ya que incluso puedan tener dudas sobre si finalmente volverán a votar a estas formaciones.

Por último, además de lo señalado, el camino a las elecciones generales es largo. Así que, conviene observar la influencia que pueden jugar algunos elementos todavía no presentes, como por ejemplo las medidas electorales que pueda presentar el Partido Popular, que gracias a su posición parte con ventaja sobre los demás. Al mismo tiempo, también habrá que tener en cuenta otros factores, como la posible mejora económica, que podría rebajar el nivel de ese voto de castigo.

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