Elecciones holandes: cuatro buenas noticias
Mark Rutte celebrando su victoria electoral. Foto de The Objective

Seamos sinceros, todos hemos visto titulares en los medios de comunicación que nos alteraban frente al ascenso de la extrema derecha en Europa. Especialmente con las elecciones en los Países Bajos y la probabilidad de que el islamófobo Wilders fuera la primera fuerza en ese país. Pero no se queda aquí, en Francia, con el Frente Nacional liderado por Le Pen, es la siguiente piedra de toque de un año que se plantea como clave para el viejo continente.

Ante esta gran ola de pesimismo y alarma que se ha generado (claramente justificada), también hay que plantear los argumentos que nos hacen ser optimistas de cara a las futuras citas electorales, y confiar en que nuestras sociedades todavía conservan una conciencia integradora y plural.

Por todo esto, quiero plantear la lectura positiva de los resultados en las recientes elecciones en los Países Bajos. Una lectura que nos muestre la cara amable que ha frenado el asalto de los postulados racistas a la primera fuerza electoral. Para ello he destacado cuatro puntos concretos:

     1. Solamente 1 de cada 10 holandeses votó a Wilders:

Como bien señaló Carlos Orgón en esta misma publicación, concretamente en su artículo sobre las elecciones holandesas, nos situamos frente a un país muy plural a la hora de votar. Son once los partidos que han obtenido representación parlamentaria, y ante eso se dibuja una cámara muy fragmentada sin mayorías claras. En una realidad como esta, ser primera o segunda fuerza es un indicador menos relevante que en otros sistemas, como por ejemplo el español.

De esta forma, es un 13% el que apostó por el PVV de Wilders, una cifra importante, pero que desacredita los titulares sensacionalistas que hemos visto en los medios estos días, entre los que podríamos encontrar cosas similares a: “Holanda ante la amenaza de la extrema derecha” o “Los sondeos posicionan a Wilders como la fuerza mayoritaria”. Éstas, pueden contener una parte de verdad, pero son engañosas si no se entiende el contexto que envuelve al país, puesto que los postulados de la extrema derecha solo son la apuesta de uno de cada diez holandeses, en unos comicios con grandísima participación.

     2. Nadie quiere gobernar con el PVV:

Como ya sabíamos antes de las elecciones, todos los potenciales socios con los que contaba la extrema derecha para formar un hipotético gobierno, habían anunciado que no pactarían con ella. Incluso los partidos situados en el centro derecha, prefieren dialogar con aquellos que se sitúan a la izquierda en el espectro político.

Todo esto, no solo demuestra una forma de hacer de los partidos políticos, sino que también de la sociedad holandesa. Y es que fuera de los votantes del PVV, existe un gran consenso contrario a sus ideas y la gran mayoría de sus postulados. Por lo tanto, sigue siendo visto como una postura radical por la inmensa mayoría de los ciudadanos.

     3. Distribución del voto:

Es muy importante, cuando se analizan unas elecciones, fijarse en la distribución territorial del voto. En unos comicios como los holandeses, si una parte concreta del país se decantara de forma clara por el candidato islamófobo, tendríamos un conflicto de mayor calibre y un país fragmentado.

“Afortunadamente”, el mapa nos dibuja un país donde la mayoría de los condados electorales alzaron al partido del Primer Ministro Mark Rutte, como primera fuerza. Es cierto que existen algunas localizaciones donde el candidato Wilders goza de mayor popularidad, pero por norma general el consenso es claro y en prácticamente toda la geografía holandesa ganan ideas contrarias a las del PVV.

     4. No se aprovecha de la caída de los laboristas:

La experiencia nos hace poner atención en el electorado tradicionalmente de izquierdas, cuando queremos saber de dónde viene el ascenso electoral de un partido con un discurso racista. Un ejemplo claro es Francia, allí el Frente Nacional está cosechando votos de antiguos simpatizantes de los partidos de izquierda.

En el caso de los Países Bajos, saltaron todas las alarmas, pues se preveía la caída de uno de los mayores partidos en la izquierda holandesa, el Partido Laborista (PdvA). Los resultados confirmaron la noticia y éste perdió 20 escaños. Pero fueron otros los que aprovecharon de su bajón, concretamente los Verdes, con su joven y popular líder Jesse Klaver. Por tanto, el trasvase de votos fue menor de lo que los peores augurios señalaban.

Después de todo:

Pese a lo escrito en este artículo, el ascenso de una derecha con ideas racistas en su discurso es muy peligroso. Sin duda debemos seguir analizando este fenómeno en los tiempos que vienen. No podemos ignorar el hecho que sean la tercera fuerza en Holanda y hayan subido 5 escaños, pues es una noticia muy preocupante. Esto nos muestra como las posiciones extremas están calando, cada vez con más fuerza, en nuestras sociedades.

El artículo solo pretende arrojar una visión positiva a unos comicios que han sido rodeados desde el principio con un aura muy pesimista. 

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