Pocos deportes son capaces de emocionar tanto a los espectadores como lo hace el rugby. Gigantes desplazándose por el estadio como si de una mana de búfalos se tratara, ganando metro a metro y sin eludir los golpes. El Stade de France, escenario de múltiples epopeyas, se rindió a un nuevo espectáculo sublime en el que su selección batalló con orgullo y pundonor hasta el último aliento. No pudo ser para el XV del Gallo, pero nada se puede reprochar a su actitud y esfuerzo.

Australia, especializada en ganar en finales agónicos

Ambos equipos llegaban con triunfos en el zurrón pero las sensaciones parecían mejores de lado de los locales. Sin embargo, Australia cuenta con ese aura de gran equipo que lleva implícito en su identidad el gen ganador. Ser capaz de ganar partidos sin tener las mejores sensaciones es algo que no muchos equipos pueden hacer, y más ante una de las mejores selecciones del mundo como es Francia. Los "wallabies" esperan tiempos mejores pero mientras, siguen ganando.

Australia fue de menos a más

Gales y Escocia se habían rendido a la eficacia australiana en los últimos tiempos, sin poder aprovechar la falta de chispa del equipo del hemisferio sur. Se esperaba que eso no le valiera a los australianos para ganar a Francia pero volvieron a demostrar estar hechos de otra pasta.

Foto: zimbio
Foto: zimbio

Los galeses comenzaron muy metidos en el partido y se colocaron con una ventaja de 8-0 merced a un ensayo de Vakatawa y un golpe de castigo de Machenaud. El juego de Francia era fluido, fresco, liderados por jóvenes hijos de la patria deseosos de demostrar su valía y ejecutar el esperado relevo generacional en la selección. Todo iba bien hasta que los australianos se pusieron el mono de trabajo y poco a poco asfixiaron a los galos en su línea de 22. Foley volvió a ser la superestrella a la que ya empieza a acostumbrar, y volteó el marcador en la primera parte hasta el 8-13. Francia recortó distancias con un golpe de castigo en los últimos compases del primer tiempo, que Machenaud se encargó de convertir y dar esperanzas al público local.

Foley fue el mejor jugador del partido y líder espiritual de Australia

Pero los wallabies encontraron su mejor rugby apoyándose en una potente delantera y encomendándose a su jugador franquicia. Foley ensayó, Foley convirtió, Foley pateó y Foley asombró. Abrió una brecha en el marcador que Doussain y Fofana redujeron, neutralizando el ensayo de Kuridrani, muy inspirado en esta gira por Europa de los australianos.

Foto: zimbio
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Francia se lanzó con todo al ataque en el último tramo de partido pero cometió demasiados errores. Los australianos no tuvieron el fondo físico necesario para luchar contra el corazón de los galos, que a pesar de sus precipitaciones y violaciones en forma de avants, tuvieron en el pie derecho de Camille López el partido. El jugador francés erró, mandando desviado el balón ante la desolación de todo un estadio, que inmediatamente después, entonó orgullosa La Marsellesa y reconoció a sus jugadores el esfuerzo realizado. Australia vuelve a salir indemne de sus dudas y falta de regularidad, y da la sensación de que si Foley faltara, este equipo sería muy vulnerable.