Josh Coombes, #DoSomethingforNothing
Foto: http://nosolotendencias.es

Por muchas vueltas que se le den a las ideas, las religiones, la política, la sociedad, por muy avanzada que se encuentre la tecnología, los que verdaderamente hacen crecer y avanzar al ser humano son aquellos que hacen uso de sus recursos, sus ideas, sus profesiones y sus acciones con el objetivo de ayudar y empatizar con los demás. Este es el caso del peluquero Josh Coombes, fundador del movimiento #DoSomethingforNothing cuyo hashtag inundó la red de solidaridad y realidad.

Su lema 'Hacer algo por nada', además de un baño de realidad, es la demostración de las posibilidades reales que las personas poseen desde su modesta posición de cambiar al menos su entorno y en cierta medida el mundo. Posiblemente el cambio de rumbo del mundo no se encuentra al alcance de los ciudadanos, pero un buen número de pequeñas grandes acciones podrían generar un giro de conciencia mundial. Esto es lo que hizo Josh, que acompañado por sus amigos Matt Spracklen en la cámara fotográfica y Dave Burt en el canal de Instagram, pusieron en marcha la iniciativa.

El peluquero de los homeless

Foto: http://respect-mag.com
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Coombes recorre la calles de Londres ofreciendo sus cortes de pelo a los sin techo, no como medida de compasión, ni mucho menos, sino como medida de impulso y rayo de luz hacia aquellas personas que por diversos motivos perdieron el control de sus vidas y acabaron con sus huesos en la calle. Aunque la iniciativa pueda ser interpretada de forma errónea, como una campaña de imagen, de la imagen que el modelo de sociedad impone como correcta, nada tiene que ver con ello. Desde un primer momento la idea de Josh fue la de ofrecer sus servicios de forma altruista, en mitad de una plaza, una calle, pero con el objetivo de que aquellas personas durante ese proceso de transformación compartieran sus historias con él y una vez concluido su trabajo recordaran lo que fueron antes de que sus vidas comenzaran a torcerse. Tuvieran al menos la posibilidad de creer que siempre existe una luz, un camino para volver a empezar.

Con su gorra calada, Josh les hace recordar, recobrar la confianza y la autoestima perdida; su experiencia con los ‘homeless’ le ha calado de tal manera que ha llegado a pensar que un simple corte de pelo puede cambiar una vida. Aunque muchos de sus ‘clientes’ se acercan con un punto de desconfianza, en cuanto Josh les explica su intención y sus tijeras comienzan a moldear, se establece un punto mágico de conexión difícilmente explicable con palabras. A partir de ese momento, aquellas personas olvidadas comienzan a abrir sus corazones, pues gracias a Josh descubren que son al menos visibles para una persona que intenta desde su posición cambiar la conciencia global de la gente.

Mark Bustos, el estilista de la Gran Manzana

Josh se percató de la grandeza de aquella idea en Nueva York, cuando descubrió a Mark Bustos, estilista neoyorquino que empezó a cortar el pelo a los homeless de la Gran Manzana. Rockero antes que peluquero, se dijo que si Mark lo hacía, él también lo podía hacer e iniciar una cadena de acciones que han encontrado continuidad en varios países. De hecho, en Australia, Nasir Sobhani ha recogido su testigo y en España Jonathan Martín, Cristina Media y Ana Cuenca recorren las calles de Madrid haciendo lo propio. Actualmente Josh compagina su actividad profesional remunerada trabajando en un café y como peluquero a domicilio, con esta altruista iniciativa en Brixton, al sur de Londres. El peluquero cree firmemente que si se quiere cambiar el mundo, una forma de intentarlo es cambiando algo a la vuelta de la esquina. Por eso ha salido a la calle y ha pasado a la acción, no sabe a ciencia cierta si la vida de los ‘invisibles’ puede llegar a cambiar pero ha podido ver en sus ojos encenderse una chispa que le ha hecho creer de nuevo en la condición humana.

Un millón de pequeñas soluciones pueden hacer frente a un gran problema

Foto: http://respect-mag.com
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Para Josh es y ha sido el viaje más gratificante de su vida, una forma de humanizar a personas que vuelven a tener un nombre y un rostro en el que para él ya constituye un álbum familiar. El peluquero les escucha, les tiende la mano, de algún modo les hace ver una visión personal de ellos mismos que perdieron. Es quizás una demostración que un millón de pequeñas soluciones pueden hacer frente a un gran problema, una forma de paliar la vulnerabilidad de los más desfavorecidos.

Josh no es religioso y valora mucho la labor caritativa, pero desde su concepción personal del mundo ha encontrado la forma de tender puentes y abrir ventanas en aquellos corazones en los que las puertas se encontraban cerradas. Todo con un pequeña acción como un simple corte de pelo o rasurado de una barba, haciendo de estilista y psicólogo, prestando sus manos y abriendo su corazón a historias que jamás podrá olvidar de los que ya considera amigos. Invisibles para la sociedad, pero absolutamente visibles para todos aquellos que mantienen la esperanza de que un cambio de conciencia global sigue siendo posible.

Por todo ello #DoSomethingforNothing por Josh y #Respect para los homeless…

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