Una lesión de espalda. Cuatro meses de calvario y de ejercicios lejos de las pistas. La inactividad en el último tramo del pasado curso, propició que Andy Murray arrancara el 2014 lejos de ese nivel que le convirtió en oro olímpico. La irregularidad y la falta de consistencia en su juego provocaron que los rivales le perdieran el respeto, relegando al escocés a un segundo plano. Sin embargo, tras ocho meses sin alcanzar siquiera una semifinal (a excepción de Acapulco), la gira asiática despertó al mejor Andy. Consumando los títulos en Shenzhen, Viena y Valencia, el británico apuró sus opciones de cara a Londres para, en París, terminar sacando su billete.

Un irreconocible Murray

Encontrar el ritmo de competición no es tarea fácil. Que se lo pregunten al británico. Tras mantenerse ausente desde septiembre de 2013, la última semana de diciembre el de Dunblane reapareció en Doha. Arrancaba el 2014 con la idea de llegar lo suficientemente preparado a Australia. Sin embargo, la probatura en Qatar no resultó nada buena, y Mayer evidenció que el escocés necesitaba mucho más rodaje para poder asumir retos. Y las sensaciones se hicieron patentes en el primer Grand Slam de la temporada, donde Murray apenas pudo poner en apuros a Federer, después de haber gozado de un cuadro sencillo hasta los cuartos de final.

Murray enrabietado. (Zimbio)

Las siguientes semanas tampoco auguraron nada bueno. El escocés estaba lejos de su mejor nivel. O lo que es lo mismo, no era capaz de hacer frente a tenistas que ni siquiera alcanzaban el topten. Cilic, Dimitrov y Raonic ahogaron las esperanzas que el número seis del mundo depositó en Rotterdam, Acapulco e Indian Wells. Su servicio dejó de aportar puntos “gratis” y su revés carecía de determinación. Tras ser apeado por Djokovic en Miami, arrastró su mal momento a la Copa Davis, donde el italiano Fognini le superó en un choque vital.

En aquella eliminatoria ya se atisbó que la arcilla no iba a ser precisamente el revulsivo del escocés. Y en Madrid y Roma, quedó claro. Primero Giraldo, y después Nadal, provocaron que la desconfianza se apoderara de Andy. Sin embargo, en la segunda gran estación del curso (Roland Garros), el pupilo de Mauresmo supo sufrir. En su rumbo a semifinales desbancó, entre otros, a Kohlschreiber y Monfils. A ambos en cinco sets. Pero Rafa, de nuevo, evidenciaba (3-6, 2-6 y 1-6) que Murray ya no copaba portadas, que había sido relegado a un segundo plano.

El cambio de superficie, la bienvenida a la hierba, parecía la mejor noticia. El escenario de su oro olímpico, y de su último Major, a la vuelta de la esquina. Y un torneo sin las grandes figuras para prepararlo. Pero se presentó el mismo panorama que en las citas previas. Stepanek, a sus 35 años, le apartaba en los octavos de final de Queen´s, poco antes de que Dimitrov insistiera en que era el momento del relevo, tras hacer lo propio en la antepenúltima ronda de Wimbledon.

Salida del topten

Tras el punto y final a su andadura en territorio local, el escocés, defensor del título, descendió hasta el décimo escalón del ranking. El nivel ofrecido y la campaña realizada en la primera mitad de año hacían parecer inminente su salida de ese privilegiado grupo. Y los pronósticos se cumplieron. En la gira estadounidense, con tres paradas, siendo la última el Abierto de Estados Unidos, tan solo pudo cosechar sendos cuartos de final. Casi seis años después, Murray dejaba de estar entre los diez mejores. Su tenis seguía escondido, ausente.

La transformación

Cuando parecía abocado a cerrar de forma desastrosa la temporada, Murray experimentó una metamorfosis en su juego. De pronto, ese estilo apagado y poco consistente se hizo sólido y desesperante para sus rivales. El británico, apagado en los momentos decisivos, dio paso a un tenista lleno de confianza, sabedor de sus cualidades. El trabajo con Mauresmo por fin iba a dar sus frutos.

Y estos comenzaron a vislumbrarse en la gira asiática, más concretamente en Shenzhen. A pesar de la menor complejidad de sus rivales, debido a la categoría del evento (ATP 250), Andy comenzó a mostrar ese revés que tanto daño infringía a sus rivales. De nuevo volvió a enseñar esa curiosa forma de plantear cada punto, otorgando la iniciativa al rival para destrozarlo al contraataque. Un nuevo Murray se estaba forjando. Y Robredo, cediendo en la final, dio buena cuenta de ello. Ese título, el primero del curso, y sobre todo el nivel ofrecido, le llevó a Murray a plantearse sus opciones de lograr un billete para la Copa de Maestros. La cosa se antojaba complicada, pero con el transcurso de las semanas, la quimera terminaría siendo una realidad.

En el Masters 1000 de Shanghai se apuntó su primera victoria ante un topten en todo lo que había transcurrido de año. Pese a sucumbir ante Djokovic en semifinales, salió completamente reforzado. Tanto que trasladó su buen hacer a la gira europea, donde primero en Viena y después en Valencia, evidenció su transformación elevando a tres títulos su palmarés en el 2014. Ferrer y Robredo, de nuevo, sucumbieron a un tenis basado estrictamente en una consistencia tremenda en el fondo de la pista.

Zimbio

Antes del “último” evento del año, las opciones de Murray de cara a Londres se habían disparado. Pero el británico debía hacer frente a un cansancio notorio debido al cúmulo de semanas que afrontó compitiendo. Pese a eso, y a disputar un cuadro no precisamente fácil, tumbó a Dimitrov, y alcanzó los cuartos de final, asegurándose su presencia en las Finales ATP por sexta vez en su carrera. No pudo seguir su camino en la capital francesa, pero había alcanzado el ansiado objetivo.

Esperanza

Después de la tempestad llega la calma. Murray puede respirar tranquilo. Un año más ha finalizado el curso entre los diez mejores, y de nuevo estará en la Copa de Maestros. Después de un año complicado, en el que fue un suplicio recuperar la sintonía con su juego, el británico llega a la Copa de Maestros totalmente enchufado. Tan solo ha cedido en tres de sus últimos veintitrés encuentros. El escocés no quiere que el esfuerzo realizado estas últimas semanas sea en vano. Quiere que su tenis se imponga al cansancio que pueda acumular, y demostrar que vuelve a ser ese tenista temible que siempre aparece en las quinielas.

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Sobre el autor
Alberto Puente
Redactor en Tenis VAVEL. Pasé seis meses en MARCA. Colaboré en la revista mexicana TennisLife y en Industria del Tenis. Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.