Desde la antepenúltima ronda de Roland Garros, allá por el mes de junio, Roger Federer no cedía ante un hombre que no fuera Novak Djokovic. Hoy, Albert Ramos, 70 del mundo, ha sido el encargado de poner fin a esa regularidad que atesoraba el suizo hasta la fecha. El español, aferrado a su servicio y deslumbrando con su derecha, logró desbancar (7-6, 2-6 y 6-3) al vigente campeón en Shanghái, que no protagonizó el regreso más esperado tras un mes de ausencia en el circuito.

El suizo caminó seguro y firme con su servicio, pero desaprovechó las dos opciones que Ramos le concedió en su primer servicio. Un juego que duró ocho minutos y donde el suizo evidenció esa falta de determinación con la que en ocasiones debe lidiar. El español, a raíz de ese momento, adquirió una confianza que le llevó a mantener el pulso durante todo el primer acto. Federer, pese a dominar el encuentro (20 golpes ganadores), no pudo volver a inquietar a Ramos, que se aferró al servicio (81% de puntos ganados con el primer saque) para mantener el pulso y forzar el desempate.

Ahí cambio la versión visible del partido. Un único error no forzado condenó a Federer ante un inmune y resolutivo Ramos, que mostró su mejor cara en el tie-break (7-4) apuntándose la primera manga. Toda una hazaña la del español, echando un vistazo a los últimos números del tenista de Basilea, que no perdía un set (salvo frente a Djokovic) desde que se lo arrebatara Samuel Groth en Wimbledon.

La igualdad que se vislumbraba en la pista se mantuvo intacta en el inicio de la segunda manga, hasta el 2-2. Ahí surgió la otra cara de Federer, más agresivo y acertado al resto. La derecha del número tres del mundo carburó. A la par, el español se hacía vulnerable. Su fórmula de buscar el revés de Roger no ofrecía un resultado óptimo. Esto aunado a la mejora del suizo en la red, provocó un giro en el partido. Cuatro juegos consecutivos para Federer, que cerró la segunda manga (2-6) aparentando una contundente superioridad.

Mientras el suizo despertaba la euforia en la grada y hacía presagiar que la balanza se inclinaría de su lado, Ramos se negó a darle la espalda al partido. El catalán aseguraba con el revés y atacaba con su derecha, ante el asombro de Federer, incapaz de mantener una línea regular en su tenis que hiciera retroceder a Albert. El número 70 del mundo seguía presumiendo de servicio y aguantando desde el fondo de pista, nutriéndose también de ciertos errores del suizo. Con 4-3 en el marcador, Ramos consumó un break decisivo para después cerrar (6-3) su victoria, destronando al vigente campeón en Shanghái.