En la antesala de una posible final, Roger Federer y Novak Djokovic se retaron aún con el último duelo del US Open en la memoria. El maestro por antonomasia frente al tenista que domina el circuito. Todo, con el cara a cara igualado (21-21). Los ingredientes hacían presagiar un encuentro de lo más atractivo e igualado. Pero de forma inesperada el serbio sacó a relucir su peor imagen, claudicando ante el suizo (7-5 y 6-2), que gana moral de cara a una hipotética final.

Djokovic trató de aprovechar el primer compás del encuentro para inclinar la balanza de su lado. Pero Federer afrontó bien la situación y salió airoso tras salvar una bola de break. Quién le iba a decir al serbio que no iba a vislumbrar una mejor opción en lo que restaba de set. La contienda avanzó de prisa, con los protagonistas haciendo alarde de la confianza depositada en su servicio. Y así, sin más dilación, llegaron al momento caliente del set (5-5).

El desempate parecía erigirse como la única opción posible para desequilibrar el encuentro. Pero no fue así. El suizo aseguró el tiebreak y decidió lanzarse al resto. Y también de forma inesperada afloraron los nervios en la figura de Djokovic. Sí, el rostro del hombre que ha dominado por completo este curso expresó preocupación. Y su muñeca también. Elevó hasta 13 sus errores no forzados, demasiados cuando enfrente Federer decide arriesgar con acierto. Pegado a la red, y con su ya característico bote pronto, el de Basilea aprovechó su segunda oportunidad para cerrar la manga (7-5).

El segundo acto difirió bastante del anterior. Esa seguridad que habían atesorado se vino abajo en el principio; de forma prolongada en el caso de Novak. Federer aprovechó la inercia y aceleró (2-0) aprovechando el bajón anímico de su rival. Pero el suizo no sostuvo la brecha y otorgó a Djokovic la posibilidad de aferrarse al partido. El serbio no lo dudó (2-2) y se benefició de los errores de Roger.

Sin embargo, no era el día de Djokovic, que se mostraba incapaz siquiera de apuntarse los largos intercambios. Federer captó la indirecta. Varío la altura de la bola y subió a la red cuando el papel lo requería. El suizo no buscó ansiosamente el winner, consciente de que podía nutrirse también de los errores de Novak. Apretó lo justo y se apuntó cuatro juegos de forma consecutiva (6-2) hasta cerrar un partido de lo más inesperado.