Para un tenista como Guillermo García López, con más de diez años de trayectoria en el circuito ATP, ganar títulos y codearse con los mejores no entra en los planes habituales a la hora de comenzar una temporada. Sin embargo, en este 2015 que ya termina, el manchego lo ha conseguido. Ha alcanzado un nivel tenístico que no se le había visto en toda su carrera, y lo ha hecho el año en que cumplía 32 años. Veteranía y sobriedad sobre el hombro, Willy ha capeado el temporal y se ha anotado dos títulos más a su cuenta particular, en la que ya son cinco los sus triunfos, para redondear un año en el que ha rendido de forma inesperada.

García López comenzó compitiendo ya la primera semana del año. El tenista de La Roda viajó a la India para disputar el torneo de Chennai, en el que alcanzó los cuartos de final. Tras imponerse con solvencia al ruso Evgeny Donskoy y al japonés Tatsuma Ito, caería en la antepenúltima ronda ante la revelación del torneo, el recién nacionalizado británico Aljaz Bedene. Esta derrota fue un golpe para el manchego, quien no logró rehacerse para competir con garantías la semana siguiente en Auckland, donde caería en primera ronda ante el argentino Diego Schwartzman.

Un inicio ilusionante

El primer gran golpe sobre la mesa de García López en 2015 llegaría con el primer Grand Slam del año, el Australian Open, donde conseguiría alcanzar la meritoria ronda de octavos de final. En Melbourne, logró imponerse con solvencia en las dos primeras rondas a dos rivales teóricamente asequibles como el alemán Peter Gojowczyk y el colombiano Alejandro González, arrasando también en la tercera fase ante un contrincante de mayor entidad como el canadiense Vasek Pospisil, especialista sobre pista dura. Su trayectoria en Australia se vio truncada en octavos al enfrentarse al vigente campeón, el suizo Stan Wawrinka, quien lo eliminaría no sin sufrir previamente, tras ceder un set y llevarse dos en el tie-break.

García López brilló en Australia (Foto: Mark Kolbe / Getty Images).

Las buenas sensaciones de Australia sirvieron para dar todo un impulso al tenis de García López. Nada más caer eliminado en Melbourne, el español viajó a Croacia para competir en el ATP 250 de Zagreb, disputado sobre pista cubierta, del que terminaría proclamándose vencedor. Exento en primera ronda, se deshizo sin dificultades del bosnio Damir Zhumur en octavos, eliminando con mayores complicaciones al competitivo tenista serbio Viktor Troicki, quien se encontraba en pleno ascenso. En las dos rondas finales se enfrentó con garantías a dos tenistas experimentados como Marcos Baghdatis y Andreas Seppi, imponiéndose a ambos y alzando el cuarto título de su carrera y el primero de su temporada.

Tras vencer en Zagreb, el resto de la gira sobre pista dura de Guillermo García López no fue tan exitosa como los primeros dos meses. Apenas dos días después de ganar la final del torneo croata, el albaceteño disputaba la primera ronda del ATP 500 de Rotterdam, venciendo en ella al uzbeko Denis Istomin. Sin embargo, al igual que había ocurrido en Australia, en octavos se volvió a topar con el suizo Stanislas Wawrinka, a la postre campeón, quien tendría que remontar un peleadísimo encuentro para volver a vencer al español. En Dubai, García López perdería en primera ronda ante Fernando Verdasco, mientras que en el primer Masters 1000 del año, en Indian Wells, haría lo propio ante el joven australiano Thanasi Kokkinakis. En Miami, por su parte, lograría vencer en primera ronda al alemán Jan-Lennard Struff, cayendo a continuación ante Juan Mónaco y cerrando así la primera gira sobre dura del año de forma satisfactoria.

Destellos sobre arcilla

Llegados a la tierra batida, el debut de García López no fue todo lo bueno que cabía esperarse. Defendiendo título en el torneo marroquí de Casablanca, el de La Roda cayó en primera ronda ante el local Lamine Ouahab con cierta contundencia. Sin embargo, al español no le faltaría tiempo para redimirse, al llevarse su segundo título del año dos semanas después en Bucarest. En el torneo rumano venció con contundencia, en las dos primeras rondas, al italiano Lorenzo Giustino y el chipriota Marcos Baghdatis, sufriendo algo más en cuartos de final ante un hueso como el checo Lukas Rosol. En semifinales, García López dio la sorpresa al vencer al favorito Gaël Monfils, imponiéndose en la final tras dos tie-breaks al prometedor Jiri Vesely y alzando su segundo trofeo del año, algo que no había conseguido en toda su carrera profesional.

Su gira de tierra alternó éxitos con participaciones discretas (Foto: Julian Finney / Getty Images).

Una semana más tarde, manteniendo su tendencia positiva, García López alcanzaba las semifinales del torneo de Estoril, después de derrotar a Roberto Carballés y a dos tenistas de élite como el sudafricano Kevin Anderson y el croata Borna Coric. En la penúltima ronda caería ante el posterior campeón Richard Gasquet en el tie-break del tercer set de un espléndido partido. De Estoril viajó a Madrid, donde no pudo avanzar más allá de la primera ronda ante un Fernando Verdasco que se le seguía atragantando. En Roma, sin embargo, su papel fue mucho más destacado, deshaciéndose de todo un top ten como Marin Cilic en primera ronda y venciendo también a Alexandr Dolgopolov en dieciseisavos. Su trayectoria en el Masters 1000 italiano se vería truncada en octavos, al cruzarse con un imperial David Ferrer.

En Roland Garros, García López no pudo exhibir su mejor tenis, topándose en primera ronda con un magnífico Steve Johnson que lo apeaba del torneo a las primeras de cambio tras un maratoniano partido en el que el albaceteño logró recuperar una desventaja de dos sets abajo para acabar cediendo en el quinto. Cerrando su temporada de tierra, viajó a Holanda para arrancar su andadura sobre hierba, una superficie en la que, tradicionalmente, se había encontrado cómodo. Pese a ello, su rendimiento no fue el esperado. En 's-Hertogenbosch cayó en primera ronda con el rumano Marius Copil, mientras que en Queen's sí fue capaz de destacar, eliminando a Andújar y Dolgopolov para acabar estrellándose con el muro de Kevin Anderson en cuartos de final. En Wimbledon, por su parte, tampoco lograría avanzar de primera ronda, tomándose Pablo Andújar su venganza personal contra él.

Titubeos finales

Tras varias semanas de reposo, García López volvió a las pistas en Hamburgo, pero apenas lo hizo durante tres juegos antes de retirarse en su encuentro de primera ronda ante el joven Jaume Munar, quien conseguía así su primera victoria ATP. Lesionado, el albaceteño tuvo que mantenerse fuera de las pistas hasta casi el final del mes de agosto. Fue entonces cuando regresó, cerca ya del final de la gira norteamericana, cayendo ante el asiático Yen-Hsun Lu en primera ronda de Winston-Salem. Sin apenas preparación previa, García López viajó a Flushing Meadows para enfrentarse al último Grand Slam del año, el US Open.

Tras los meritorios octavos de final alcanzados en Australia, las eliminaciones en primera ronda de Roland Garros y Wimbledon y el mal verano llevado a cabo por el tenista de La Roda habían empañado ligeramente su gran rendimiento. Sin embargo, en Nueva York tuvo tiempo para redimirse. Guillermo García López abrió su US Open con una peleada victoria ante un veterano como el serbio Janko Tipsarevic, imponiéndose a otro tenista de larga trayectoria como el francés Nicolas Mahut en la segunda ronda. Llegado su tercer compromiso del torneo, el checo Tomas Berdych, todo un consagrado top ten, sería su obstáculo para acceder por segunda vez en la temporada a la segunda semana de un Grand Slam. Berdych no se lo permitía y García López caía en tercera ronda con honor.

Los problemas físicos mermaron su segunda mitad del año (Foto: Shaun Botterill / Getty Images).

Sus últimos dos meses de la temporada fueron una suerte de reencuentro con su tenis. En Metz sumó unos cuartos de final más tras vencer a Pierre-Hugues Herbert y caer ante Martin Klizan, mientras que en Shenzhen alcanzaría su tercera final de la temporada, derrotando en su camino a Lukas Rosol, Adrian Mannarino y a un Marin Cilic al que parecía haber tomado la medida. Sin embargo, su suerte no fue la misma que en las dos finales disputadas previamente, cayendo por un apretado 6-3 y 7-6 ante uno de sus grandes verdugos del 2015: Tomas Berdych. Su gira asiática se completó con dos derrotas tempraneras en Pekín (ante Karlovic) y Shanghai (ante Bautista).

En Viena logró vencer a Santiago Giraldo para ceder en segunda ronda ante David Ferrer, mientras que en Valencia ejecutó su último papel resaltable de la temporada, quitándose la espina de Verdasco al ganarle en primera ronda e imponiéndose al nipón Taro Daniel en octavos. Su andadura en la última edición del torneo de la ciudad del Turia, sin embargo, se vería truncada en cuartos de final por su verdugo en Roland Garros, el estadounidense Steve Johnson. Su broche de la temporada no fue más satisfactorio, cayendo en primera ronda de París ante Lukas Rosol.

En definitiva, la temporada de Guillermo García López podría resumirse como una línea descendiente con picos de calidad. El albaceteño empezó a un gran nivel tenístico, encontrándose cómodo sobre la pista como pocas veces en su carrera y convirtiéndose en un tenista muy efectivo. Dos títulos ATP, en Zagreb y Bucarest, además de unos octavos de final de Grand Slam y un buen nivel en un alto número de torneos es el bagaje que García López extrae de un 2015 que, sin duda, ha sido el mejor año de su carrera deportiva.