Cada año, nuevos jugadores irrumpen en el circuito ATP con ganas de reivindicar su papel incipiente poniendo en duda a los más grandes. En este 2015, ese papel ha corrido a cargo del austriaco Dominic Thiem. Para un país huérfano tras la decadencia tenística de Jurgen Melzer, la aparición de este joven jugador de 22 años ha sido todo un bálsamo sanador, que se espera que pueda prolongarse en mayor medida a lo largo de las próximas temporadas, especialmente paliando el que, hasta ahora, ha sido su gran defecto: la irregularidad.

Lo cierto es que el arranque de año de Thiem fue algo mediocre. En sus dos primeros torneos, el joven tenista nacido en Wiener Neustadt cayó en primera ronda. Lo hizo en Auckland, perdiendo ante Jan-Lennard Struff, y también en el Australian Open, donde no pudo superar al castellonense Roberto Bautista Agut. Su primera victoria del año llegaría en febrero, concretamente en el ATP 500 de Rotterdam, donde lograba imponerse a un Ernests Gulbis que todavía estaba comenzando una temporada que sería totalmente esperpéntica. Pese a su meritoria victoria (Gulbis era, por aquel entonces, el número 13 del mundo), Thiem no logró reivindicar su buen momento al caer en octavos con brutal contundencia ante un rival más débil como el ucraniano Sergiy Stakhovsky.

Su primera actuación decente tuvo lugar en Marsella, donde alcanzó los cuartos de final del torneo tras derrotar a dos rivales de notable entidad como el portugués Joao Sousa y el belga David Goffin, para acabar cediendo de nuevo ante Roberto Bautista. Después de Marsella llegaron otros dos torneos en los que Thiem caería en primera ronda: Dubai, perdiendo por tercera vez en apenas un mes contra Bautista; e Indian Wells, donde cedía ante un rival de mucha menor categoría como el australiano James Duckworth. En este momento fue cuando Thiem se replanteó su temporada, llegando a su punto más bajo y participando incluso en un Challenger en la localidad texana de Irving, donde perdería en octavos ante el británico Aljaz Bedene.

De menos a más

Su particular resurrección llegó en el segundo Masters 1000 del año, en Miami, donde alcanzó los primeros cuartos de final en un torneo de esta categoría de toda su carrera profesional. En Florida, Thiem arrancó imponiéndose de forma solvente al argentino Diego Schwartzman, derrotando a continuación al toledano Feliciano López en una gran batalla tenística y al estadounidense Jack Sock, otra de las revelaciones del año. En octavos, Thiem se deshizo de la otra gran sorpresa del torneo, el francés Adrian Mannarino, en un durísimo encuentro, para clasificarse así a unos cuartos en los que arrebató un set a Andy Murray y obligó al británico a remontar un marcador adverso. Sin embargo, finalmente la experiencia de Murray acabaría terminando con la aventura del austriaco en Miami.

Thiem demostró que es un rival durísimo sobre tierra batida (Foto: Ian Walton / Getty Images).

En ese momento llegó el cambio de superficie hacia la tierra batida, el cual no sentó del todo bien a Dominic Thiem en un primer momento. El austriaco volvió a ceder, de hecho, en la primera ronda de los dos primeros torneos que disputó, a saber, Montecarlo ante Lucas Pouille y Barcelona ante Víctor Estrella Burgos. Su primer buen papel sobre arcilla del año llegó en Múnich, donde vencía a Vasek Pospisil en su estreno y arrasaba a todo un especialista como el italiano Fabio Fognini en octavos. Su andadura, sin embargo, se vio cortada por sorpresa por un inesperadamente brillante Gerald Melzer en cuartos de final.

Tras ausentarse en Madrid, en Roma Thiem volvió a demostrar su alto nivel de juego sobre arcilla, derrotando a Simone Bolelli y Gilles Simon antes de estrellarse con Stan Wawrinka en octavos de final. Su gran momento sobre arcilla, sin embargo, llegaría precisamente la semana posterior al evento en el Foro Itálico. Sería en Francia, concretamente en Niza, donde Dominic Thiem alzase su primer título como profesional. En el torneo galo, el austriaco se mostró impecable hasta la final, venciendo a Víctor Estrella, Nick Kyrgios, Ernests Gulbis y John Isner sin ceder un solo set. En el último partido del evento, sin embargo, sufrió mucho más de lo previsto ante un Leonardo Mayer que lo forzó hasta el tie-break del tercer y definitivo parcial. Sin embargo, a Thiem no le temblaba el pulso y levantaba su primer trofeo. No sería el último. Sin embargo, la gran temporada de tierra batida del austriaco no pudo culminarse con un buen resultado en Roland Garros, donde, tras derrotar a Aljaz Bedene en primera ronda, caía ante todo un terrícola como el uruguayo Pablo Cuevas en la segunda fase del torneo.

Un verano para no olvidar

La temporada de hierba de Dominic Thiem no fue precisamente satisfactoria. El austriaco comenzó cayendo en primera ronda de Stuttgart ante Mischa Zverev y cedió también a las primeras de cambio en Halle ante Kei Nishikori. En su tercer intento, ya en tierras británicas, Thiem conseguía su primera victoria del año sobre césped ante el tunecino Malek Jaziri en un torneo de Nottingham del que se despediría la siguiente semana al toparse con Alexandr Dolgopolov. La gira de hierba de Thiem, al igual que la de arcilla, se cerró con un Grand Slam, en este caso Wimbledon. En el All England Tennis Club Thiem logró una primera victoria ante el israelí Dudi Sela que, sin embargo, se vería eclipsada por la derrota en segunda ronda ante Fernando Verdasco en un encuentro que no supo cerrar después de ir ganando dos sets a uno.

Su mejor momento del año llegó en el mes de julio (Foto: Jan Kruger / Getty Images).

El mejor momento de la temporada de Thiem, sin embargo, llegaría justo al término de Wimbledon. Después del tercer Grand Slam del año, el austriaco viajó a Umag, donde se haría con su segundo título del año, venciendo en su camino al título al serbio Dusan Lajovic, a su compatriota Andreas Haider Maurer, al duro francés Gaël Monfils y, por último, al siempre batallador Joao Sousa en un encuentro sin mayor historia. Sin tiempo a reaccionar, el joven austriaco voló a Gstaad, donde ganó su segundo título en dos semanas y su tercer trofeo de la temporada. En este último se encontró con rivales inclusive de mayor nivel, teniendo que vencer a Federico Delbonis, Pablo Carreño, Feliciano López y al belga David Goffin.

A punto estuvo Thiem de completar una triple semana mágica con otro título, esta vez en su casa, Austria, en el torneo de Kitzbühel. Sin embargo, después de ganar de nuevo a Haider-Maurer y también al catalán Albert Montañés, Thiem cayó derrotado en las semifinales del torneo ante el alemán Philipp Kohlschreiber, rompiéndose así una impecable racha de diez victorias consecutivas

Un cierre descafeinado

Su gira norteamericana, tras tantos éxitos veraniegos, se percibió algo mediocre, cayendo en primera ronda tanto en Montreal (ante un sorprendente Gulbis) como en Cincinnati (desperdiciando un encuentro que tenía prácticamente ganado ante Martin Klizan). Su US Open, sin embargo, no dejó nada que desear, invirtiéndose así el patrón que había llevado a cabo durante todo el año en esa relación entre torneos previos y Grand Slams. En Flushing Meadows, Thiem logró alcanzar la tercera ronda derrotando a Dani Gimeno y Denis Istomin sin ceder ningún set. Sin embargo, en la tercera fase del torneo, el austriaco se encontraría con la barrera infranqueable de un Kevin Anderson que no lo dejó avanzar más allá de dos tie-breaks, apeándolo así del torneo.

Su final de temporada fue discreto debido al cansancio (Foto: Dean Mouhtaropoulos / Getty Images).

Su última participación notable en un torneo tuvo lugar en San Petersburgo, donde alcanzó las semifinales venciendo a Haider-Maurer (por tercera vez en el año) y de nuevo al uzbeko Denis Istomin. Su verdugo en la penúltima ronda sería el portugués Joao Sousa, quien se cobraba así la revancha por la final perdida en Umag. El resto de su temporada fue discreta, quizá con motivo del enorme cansancio que acumulaba. En Pekín cayó en primera ronda ante John Isner;  en Shanghai cedió ante Feliciano tras vencer a Yen-Hsun Lu y en Viena, decepcionando de nuevo en un torneo austriaco, de nuevo en primera ronda ante el polaco Jerzy Janowicz. Sus últimos dos torneos del año tampoco fueron precisamente exitosos. En Basilea derrotó a Robin Haase para caer en octavos ante Richard Gasquet, y en París, para cerrar el año, sobrevivió a un duro Adrian Mannarino para acabar cayendo en segunda ronda ante una de sus bestias negras del año, el sudafricano Kevin Anderson, quien se llevó un encuentro en el que todos sus parciales llegaron al tie-break.

Thiem terminó así la temporada 2015 en el puesto 20 del ranking (habiendo alcanzado incluso el 18) y con un espléndido bagaje de 36 victorias por 28 derrotas, además de los tres títulos ya mencionados, en Niza, Umag y Gstaad. Mejorar su regularidad y su nivel en grandes eventos tales como Grand Slams y Masters 1000 (su mejor resultado fueron los cuartos de Miami) son sus dos asignaturas pendientes. En caso de cumplirlas, se podrá tener en cuenta a Dominic Thiem como uno de los futuros referentes del circuito ATP. Las condiciones las tiene. Falta la ejecución.