Culminó la hazaña el uruguayo, solo como él sabe hacerlo: sufriendo. Este guerrero de las pistas se encuentra cómodo en la honesta refriega del tenis, en partidos maratonianos con peloteos interminables, en intercambio de efectos, alturas y velocidades, y en definitiva, en tierra batida. Los cuatro títulos que atesora se han producido sobre el albero, teniendo este último de Río de Janeiro un sabor especial, al haberse logrado tras ganar a Rafael Nadal en semifinales y tener el aplomo para imponerse en la final, sin que el ruido mediático que ello supone le generara un extra de presión.

A sus 30 años, Cuevas parece haber alcanzado un estado de madurez idóneo para afrontar grandes retos. Su revés a una mano embellece un juego muy efectivo, que hace de la lucha su baluarte. Su objetivo será intentar brillar también en la gira europea de tierra batida, para asegurarse un puesto como cabeza de serie en Roland Garros. El objetivo del año no era otro que ganar un título, y ya está cumplido. Trabajo le ha costado.

Desconocida solidez al servicio

Cuevas no es un jugador que haga del saque su principal arma, ni mucho menos, pero en la final ante un nervioso Guido Pella, fue clave para decantar la balanza. Y es que el argentino no logró romperle el saque ni en una sola ocasión, y aún así, el partido fue realmente duro.

Partido extremadamente igualado en el que la experiencia de Cuevas en finales fue clave

El primer set estuvo muy abierto, con ambos jugadores jugando sueltos en los compases iniciales, conscientes de que sería un partido largo. Ostentan estilos de juego similares, y se mantuvieron cómodos en los peloteos de fondo de pista. Tuvieron cada uno dos bolas de break, pero solo Cuevas pudo aprovechar una de ellas y poner tierra de por medio, adjudicándose la primera manga.

Guido Pella en 2016. Foto: atpworldtour.com
Guido Pella en 2016. Foto: atpworldtour.com

Todo cambió en el segundo parcial, tomando un cariz realmente inesperado. La lluvia había comparecido, y los jugadores parecieron experimentar una inmovilidad al resto, que les impidió gozar de ninguna bola de rotura. El set se encaminó inexorable al tiebreak, donde Pella estuvo brillante en los puntos más importantes, y equilibró el partido.

El mismo esquema siguió en la tercera manga, con ambos tenistas metiendo muchos primeros saques y dominando a su antojo. Sin embargo, cuando parecía que se podría vivir una nueva muerte súbita, Cuevas incrementó la intensidad de piernas y se aprovechó de la inexperiencia de Guido Pella en finales. El argentino vio cómo se le escapaba su servicio y, por ende, el torneo. 

Impresionante final la brindada por estos dos actores secundarios que asumieron un rol principal en Río de Janeiro. Seguirán buscando la gloria, ahora en Sao Paulo, y si mantienen el nivel de juego mostrado en Río de Janeiro, darán mucho que hablar durante todo el año.