Resulta complicado plasmar en una crónica lo acaecido en el partido entre Fernando Verdasco y Horacio Zeballos, y mucho más hacerlo con sosiego, mesura e imparcialidad. Y es que es una historia que no por ser rocambolesca, resulta nueva. El jugador madrileño acrecienta sus defectos con los años, banalizando sus enormes y numerosas virtudes. La balanza se decanta hacia la vertiente negativa, y lo hace por una total incapacidad para aislarse del entorno, olvidarse de los malos momentos en el partido y hacer su juego.

Alternando brillantez con ostracismo, desperdiciando oportunidades y dejando en el espectador un poso de incomodidad y tremendo desasosiego, al atravesar por algunas de las frases más repetida por cualquier que ha seguido, sigue y seguirá a Fernando Verdasco: "Tiene tenis para mucho más", "es de los mejores técnicamente pero le falla la cabeza", "increíble que no haya llegado a más". Todos los saben, él el primero. Pero llegado a los 30, hay cosas que parecen insuperables, e incluso, que pueden ir a más. Zeballos ahondó en la herida.

Zeballos se da una alegría inesperada

Buena movilidad, precisión con su drive, puntos gratis con el saque y potencia superior de sus golpes a los del rival. Así comenzó Fernando Verdasco un partido que parecía encaminarse a una victoria fácil, y se tornó en pesadilla. Perdió cuatro puntos al servicio y cerró con tremenda solvencia una excelsa primera manga. Pero con Fernando nunca se puede estar del todo seguro; ni de lo bueno ni de lo malo.

La relajación de inicios del segundo set, condenó al español a un partido apretado

El madrileño fue víctima de su propia superioridad, incurriendo en relajación en los compases iniciales del segundo parcial. Zeballos se puso intenso, aprovechó no tener nada que perder y logró un inesperado break. El argentino llegaba con la condición de lucky looser, y tras ganar a Del Potro hizo gala de una tremenda confianza. 

Horacio Zeballos en Miami. Foto: zimbio
Horacio Zeballos en Miami. Foto: zimbio

Mantuvo el saque ante la imposibilidad de Verdasco por retornar a su mejor nivel. Tuvo alguna opción en el décimo juego del set, con un deuce que parecía prometedor, pero el argentino acabó llevándose el gato al agua y abriendo un nuevo paradigma en el partido.

Cuatro bolas de break perdidas por Verdasco en el tercer set

Fernando parecía tranquilo, dispuesto a luchar y pletórico físicamente. Se desencadenó un apasionante intercambio entre ambos jugadores, muy sólidos al servicio. La fortaleza del argentino fue diluyéndose, materializándose en dobles faltas y numerosas bolas de break. Verdasco no supo aprovechar ninguna, y eso dio alas a Horacio. Maestro en la picaresca, el argentino comenzó a mostrar sin reparos unos supuestos calambres. Esto descentró a un Fernando siempre débil en estas lides, y fue acumulando una tremenda rabia que se canalizó en errores no forzados en momentos cumbre.

Zeballos estuvo inconmensurable en los momentos cumbre, jugándose bolas imposibles y sacando fuerzas de flaqueza y coraje. La grada estuvo repleta de seguidores argentinos, que llevaron en volandas al bueno de Horacio y le permitieron llegar por primera vez en su carrera a los octavos de final de un Masters 1000. Un nuevo episodio draconiano en la carrera de Verdasco.