Batalladora como pocas, la rusa de pasaporte y española de acogida, pasó por los micrófonos en la previa de la gran final del torneo disputado en Cayo Vizcaíno. Dio la campanada en octavos de final al eliminar a Serena Williams, y supo canalizar el júbilo por tal hazaña en los sucesivos partidos.

Este camino no habría sido tan largo si no hubiera sido por la tremenda capacidad de lucha de la buena de  Svetlana: "Básicamente estoy en la final del torneo por la lucha, por la guerra que doy, por la lucha de los tres partidos pasados, que se fueron a tres sets, en los que fue guerra, guerra y guerra." Lo más sorprendente, fue comprobar cómo la rusa reconocía que no está haciendo su mejor juego, pero que esto no le ha impedido firmar uno de sus mejores resultados de los últimos años. "He sabido encontrar soluciones, jugar bien tácticamente y ser constante todo el partido", en referencia a las semifinales ante Bacsinszky. 

La veteranía de Kuznetsova le permite afrontar retos de esta envergadura con tremendo aplomo, como ella misma reconocía: "Ya estoy en la final qué presión voy a tener, la presión nos la ponemos nosotros mismos, o la prensa, y con la experiencia que ya tengo no quiero más presión, vivo mucho mejor así, relajada." Svetlana no dudó en referirse a su rival en la final, Victoria Azarenka, con gran admiración: "Azarenka está teniendo un año tremendo y está siendo la mejor de este año, al igual que Kerber, que ganó en Australia, pero Vika es la que mejor juega este año."

Además, no eludió la polémica suscitada en los últimos días sobre las declaraciones de Djokovic en las que valoraba que las mujeres debían ganar menos que los chicos: "Ellos dicen que dan más que nosotras, pero pueden tener hijos, pueden tener una familia. Nosotras no. Yo juego desde que tengo 14 años y desde 16 soy profesional. Juego ocho meses al año cada año y no tengo nada. Lo dejé todo, incluidos amigos y un hogar. Creo que nos lo merecemos, pues damos más del 100%, damos nuestra vida." Más madera a la candente fogata de la discriminación sexual y el tenis, que permanece en ebullición.