Detrás de cada tenista hay una historia humana, una persona que no desaperece de la faz de la tierra cuando cuelga la raqueta, y que permanece inalterable en el mundo presenciando su propia muerte para el mundo mediático. No son pocos los deportistas que han de ser asesorados para rehacer su vida tras abandonar su disciplina deportiva, ya que no pueden aceptar pasar de la gloria al olvido. Internet es hoy en día un cajón de sastre donde todo tiene cabida, y donde permanecen las hazañas de todo deportista.

En algunos casos, es preciso rebuscar mucho, retrotraerse a una época totalmente olvidada, a momentos que se vivieron pero que no se recuerdan de manera habitual. Malivai Washington se ha reconvertido a sí mismo, aceptando su olvido y recordando con cariño su particular momento de gloria que hace que su nombre y su obra permanezcan en la caja de Pandora.

Hijo de la General Motors

Tres de sus cuatro hermanos jugaron al tenis profesionalmente

Su vida está estrechamente ligada con este gigante de la industria estadounidense. Criado en una familia de origen samoano y de cinco hermanos residente en Nueva York, Malivai desarrolló su infancia con la seguridad de tener bien cubiertas las espaldas económicamente hablando. Sus padres trabajaron en la General Motors, y desarrollaron su vida entre Nueva York y Michigan. El padre de Malivai, apasionado del tenis, no dudó en enseñar las maravillas de este deporte a todos sus hijos y cuatro de ellos llegaron a jugar profesionalmente, lo que supone una hazaña genética. Mashona llegó a ser olímpica en 1992, y Mashika y Michaela también jugaron profesionalmente.

Totalmente integrado en la sociedad americana, Malivali se forjó como tenista y jugador de tenis en el Club de Tenis Genesse Valley de Flint, Michigan. Pronto comenzó a despuntar, y participó en el circuito junior de la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA), donde compitió contra mitos de la raqueta como Pete Sampras, Andre Agassi, Jim Courier o Todd Martin.

Malivai Washington. Foto: atpworldtour.com
Malivai Washington. Foto: atpworldtour.com

Debido a sus buenos resultados en dicho circuito, Víctor Amaya, jugador estadounidense que llegó a ser 15 del mundo y puede decir con orgullo que derrotó a Bjon Borg en Wimbledon 1979, se interesó por Malivai y se ofreció a asesorarle. En una curiosa decisión, llegaron a la conclusión de que sería bueno para Washington conocer el circuito universitario, por lo que jugó dos años para la Universidad de Michigan, convirtiéndose en el mejor tenista universitario del país y dando el salto al profesionalismo en 1989.

Ganó torneos en superficie dura, moqueta, indoor y tierra batidaLos resultados no tardaron en llegar, dándose a conocer al mundo entero en 1990, al firmar meritorios resultados en Memphis y Orlando y, sobre todo New Haven. Fue éste el evento de su eclosión, siendo capaz de derrotar a John McEnroe e Ivan Lendl. Sin embargo, le costó. Malivai hacía buenos resultados en el circuito Challenger pero no era capaz de trasladarlo a eventos ATP. Su juego era completo, capaz de caminar bien hacia delante y con habilidad para moverse bien en toda superficie. Así lo demuestra el hecho de haber logrado títulos en moqueta, tierra batida y superficie dura...y llegar a la final de Wimbledon.

Con 27 años y siendo uno de los miembros de la segunda línea del tenis mundial, Malivai explotó. Su mejor resultado en Grand Slam antes de esas dos mágicas semanas en Londres, fueron los cuartos de final cosechados en el Abierto de Australia de 1994, donde cayó con Todd Martin después de haber vencido a tenistas de la talla de Michael Stich y Mats Wilander. Su caso puede asemejarse al de Robin Soderling, ya que en una edad ya madura, dio un salto cualitativo en el momento y lugar menos esperado.

Wilander y Washington en Abierto de Australia 1994. Foto: atpworldtour.com
Wilander y Washington en Abierto de Australia 1994. Foto: atpworldtour.com

El estadounidense se presentó en Wimbledon después de caer en primera ronda de Roland Garros frente a Squillari, teniendo que retirarse por lesión. Preparó la gira de hierba acudiendo al torneo de Nottingham, pero se topó con Tim Henman en primera ronda. En un estado de absoluta desconfianza, se presentó en Wimbledon y todo fluyó.

Fue el segundo jugador negro en llegar a una final de Grand Slam, después de Arthur Ashe, que lo consiguió en 1970

Ganó a Fromberg en primera ronda, 109 del mundo, sufriendo más de lo esperado dio la campanada al imponerse a Thomas Enqvist en segunda ronda. Malivai no era cabeza de serie, tal y como atestigua el hecho de jugar con el noveno cabeza de serie en segunda ronda. Arrasó luego a Ullrach y Haarlhus, para batir en un partido apretadísimo a Alex Radulescu, 91 de mundo. En semifinales se vio las caras con su compatriota Todd Martin, deleitando al público del All England Tennis Club con un duelo resuelto 10-8 en el quinto set.

Poco pudo hacer en la final ante Richard Krajicek, que en aquel momento ocupaba la posición trigésima del circuito ATP. Una final marcada por el salto de una espontánea tal y como vino al mundo, durante el sorteo de pistas, que provocó las risas de jugadores y aficionados y la vergüenza en la organización del torneo.

Krajicek y Washington en la final de Wimbledon 1996. Foto: www.wimbledon.com
Krajicek y Washington en la final de Wimbledon 1996. Foto: www.wimbledon.com

Temprana retirada, obligado por lesiones

Malivai dio continuidad a su buen juego en Wimbledon, llegando a cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Atlanta, donde fue derrotado por Sergi Bruguera en cuartos de final, y ése fue prácticamente su final. Lastrado por innumerables lesiones, el estadounidense tan solo jugó once partidos en 1997, destacando sus octavos de final en el Abierto de Australia. Intentó regresar en 1998 por medio de eventos Challenger, pero siguió acusando la falta de ritmo y serias molestias físicas, que le obligaron a colgar la raqueta en 1999, con tan solo 30 años.

En la actualidad, Malivai Washington sigue ligado al tenis por medio de colaboraciones puntuales como comentarista para la ESPN de Estados Unidos, recibiendo muy buenas críticas por su desparpajo ante las cámaras y gran sentido táctico del juego. Siempre fue una persona comprometido con obras sociales, y así lo demuestra al haber creado una fundación con sede en Jacksonville, donde ayuda a la integración de niños desfavorecidos a través de un proyecto educativo en el que el deporte y el tenis, juegan un papel fundamental. Se le suele ver en los grandes torneos celebrados en Estados Unidos, organizando algún partido benéfico con grandes mitos de este deporte.

Malivai Washginton posa en acto benéfico con Michelle Obama, Billy Jean King, James Blake y Serena Williams. Foto: zimbio
Malivai Washginton posa en acto benéfico con Michelle Obama, Billy Jean King, James Blake y Serena Williams. Foto: zimbio

Uno de los muchos tenistas que hicieron vibrar a los aficionados, y que dejaron esa sensación de poder haber alcanzado muchos más logros en su carrera deportiva. Este tipo de figuras no hace más que reafirmar la dificultad por brillar durante años en un deporte como el tenis, y demuestra la necesidad de reinventarse a sí mismo para ser útil a la sociedad desde el papel privilegiado que tienen los deportistas, como referencias sociales. Un finalista de Wimbledon casi anónimo, que perdió esa final pero está ganando el partido más difícil e importante de la vida: ayudar a los demás y ser feliz.