No siempre las derrotas son un saco de tristeza y decepción. En el caso de la cosechada de Marcel Granollers, el catalán ha de estar satisfecho con el rendimiento dado y, sobre todo, con la magnífica actitud de la que hizo gala a lo largo de todo el partido. Sabía de su inferioridad ante un rival que tiene en el césped, su superficie predilecta, y que exprime al máximo esta gira de torneos sobre hierba.

Había un halo de esperanza al pensar en un posible cansancio acumulado del alemán, tras su intensa semana en Sttutgart, donde llegó a la final para perderla con Thiem. No hizo su mejor partido Kohlschreiber, pero demostró que no lo necesitaba para ganar a Granollers. Halle es uno de sus torneos favoritos y quiere volver a reinar en él, donde ya ganó el título en 2011.

Granollers lo intentó todo pero no fue suficiente

La intensidad del encuentr fue máximo, con un Granollers poco dispuesto a subir a la red al no poder hacer daño de fondo, y atreviéndose a variar con reveses cortados. Kohlschreiber llevaba la manija del partido, y estuvo muy preciso a la hora de salvar las tres bolas de break generadas por el catalán en los compases iniciales.

El español tuvo ventaja de break en el segundo set, pero no pudo aprovecharla

El alemán llegó a dominar por 5-1, momento en el que Marcel pudo hacer break pero no fue más que un espejismo, ya que Philippe cerró el set al resto. Sin embargo, la tendencia fue cambiando poco a poco, por una relajación del alemán y una gran actitud competitiva de Granollers. El catalán recogió el premio a su esfuerzo en el séptimo juego, cuando consiguió romper el saque, pero no pudo consolidarlo tras un juego muy largo e intenso.

Se recuperó moralmente el español y logró llevar el set al tiebreak, donde Kohlschreiber no dio opciones, demostrando el tipo de jugador que es. Victoria sufrida pero meritoria de uno de los grandes candidatos a adjudicarse el torneo de Halle, y que tendrá que prepararse para restar los cañonazos de Karlovic.