La cuenta de Twitter de Barcelona Open Banc Sabadell dio ha conocer esta mañana la presencia del alicantino David Ferrer en el Masters 1000 de Miami, que se disputará del 22 de marzo al 2 de abril. Reaparecerá dos semanas después debido a una lesión en el tendón de Aquiles, que ya le ha hecho perderse el torneo de Acapulco e Indian Wells. Éste último por segundo año consecutivo. 

No son buenos tiempos para el de Xàbia. El próximo 5 de abril cumplirá 35 años, es número 28 del mundo y solo ha ganado tres de los ocho encuentros disputados en 2017. Una segunda ronda en Brisbane, primera ronda en Aukland, tercera ronda en el Abierto de Australia y primera ronda en Buenos Aires y Río de Janeiro supone el peor arranque de temporada de Ferrer desde 2009. El año pasado ya cerró la temporada en blanco y esta campaña no ha empezado mejor de lo que terminó la otra, de momento. 

Se encuentra sumido en una tendencia negativa de juego. La intensidad en sus golpes y la velocidad de piernas han desaparecido, y los resultados lo reflejan. Sin su seña de identidad se ve condenado a descender en el ranking y a reinventarse si quiere volver a los puesto donde se mantenido desde hace años. La pasada temporada ya se le notaba sin chispa, y es que la edad y la nueva dinámica del tenis comienzan a ser una losa demasiado pesada. También es cierto que su rendimiento ha estado condicionado por las lesiones, que nunca ha supuesto un gran lastre en la carrera profesional del alicantino. 

La próxima semana viajará a Florida. Allí, le espera el segundo Masters 1000 de la temporada, del que guarda muy buenos recuerdos. El Centro de Tenis de Crandon Park siempre ha sido testigo de un buen tenis por parte del español, que el año pasado alcanzó una meritoria final que perdería contra Andy Murray