Los viejos rockeros nunca mueren, según la canción de Miguel Ríos. Pero no pueden durar toda la vida y uno de ellos se retiró esta semana. Ése es Paul-Henri Mathieu, jugador francés de 35 años que decidió despedirse del tenis en casa, en el M1000 de París-Bercy, delante de su público. Su último partido en el circuito fue en la segunda ronda de la qualy del certamen parisino, donde cayó frente al canadiense Vasek Pospisil por 6-3 6-4. Unas horas más tarde después de la derrota, escribió un comunicado en sus redes sociales, agradeciendo todo lo que ha vivido durante estos años:

"Temía ese día ... en el que compartiría este mensaje contigo. Honestamente, y por varias razones, la idea había estado en mi mente durante algún tiempo.

Mi vida ha sido condicionada, cronometrada, orquestada a diario por mi pasión, por objetivos fijos, por dudas, por sueños... Hoy puedo salir de esta burbuja en la que he estado durante 25 años. Dejo este mundo paralelo a la vida real, sin remordimiento y con un pellizco en el corazón.

Sentí momentos de intensa alegría, momentos de duda, desilusión e incluso tristeza a veces. Viví tantas sensaciones que son difíciles de expresar con palabras.

Poder hacer mi trabajo fue un sueño desde mi infancia. He pasado toda mi vida jugando al tenis desde que tenía 11 años. Mi orgullo no está en las victorias ni en una clasificación lograda, sino en la perseverancia que he demostrado a lo largo de las etapas de mi carrera. Cada torneo me ha permitido crecer, aprender y ser una mejor persona, y esta será mi mayor victoria.

Gracias a todos mis entrenadores, mis fisioterapeutas, a mis preparadores físicos que tuve desde mi más tierna edad, mi doctor, los cirujanos, así como la FFT, la ATP y la ITF.

Gracias a mis padres por aceptar mi elección tan joven y por permitirme vivir mi sueño.

Gracias a mi esposa, que siempre me ha apoyado y alentado en todas las circunstancias y a mis dos pequeños hijos, a quienes podemos dedicarnos a partir de ahora.

Gracias a mi familia y amigos cercanos, gracias a los periodistas (¡sí!). Formasteis parte de la familia que había creado.

Gracias también a todos los patrocinadores que me apoyaron durante las diferentes fases de mi carrera.

Y, por supuesto, a todos ustedes, GRACIAS por su aliento y apoyo incondicional durante todos estos años, ¡tuve un vínculo muy fuerte con ustedes! Esos momentos en la Copa Davis o Roland Garros que compartí con todos vosotros, nunca los olvidaré.

No será fácil pasar página, pero a partir de ahora se abrirá otro libro, ¡y estoy seguro de que nos volveremos a encontrar! "