Grigor Dimitrov se coronó ayer como nuevo 'Maestro' de 2017. En una dura batalla frente al belga David Goffin, el búlgaro dio ese paso al frente reclamado por muchos y se instala, parece que definitivamente, en la élite del tenis mundial. Y lo ha hecho como los grandes, con pleno de victorias, aunque también no sin sufrir. Tras una primera fase en la que fue de menos a más cediendo sólo un set en su primer encuentro, su mentalidad se puso a prueba tanto en las semifinales como en la final, para acabar aprobando con nota. 

Un Round Robin inmaculado

El de Haskovo acudía a Londres como tapado. Todos los focos estaban puestos en su ídolo, el suizo Roger Federer, y en el número uno del mundo, el español Rafa Nadal, con el que compartía grupo.

Sólo Nastase en 1971, Vilas en 1974 y Borg en 1979 fueron campeones invictos de la Copa de Maestros en el año de su debut Pero la retirada por lesión del español, unida a su sufrida victoria ante el austríaco Dominic Thiem por 6-3 5-7 y 7-5, dejaban a Dimitrov en un lugar muy interesante tras la primera jornada. El búlgaro pasaba a ser el favorito para conquistar la primera plaza del grupo Pete Sampras y así se lo hizo saber a un David Goffin al que arrolló en su segundo partido por un incontestable 6-0 y 6-2. Con este resultado, Dimitrov se aseguraba ya su pase a las semifinales y además como primero de grupo. 

Pero el recital del pupilo de Daniel Vallverdú no quedó ahí, puesto que en el último encuentro de la fase de grupos, ya sin nada en juego, también pasó por encima del asturiano Pablo Carreño por un doble  6-1

La importancia de saber sufrir

El pleno de victorias y el primer puesto del 'Round Robin' permitieron a Dimitrov evitar al teórico máximo favorito, el suizo Roger Federer, en las semifinales. En su lugar, su oponente sería el estadounidense Jack Sock, presente en Londres gracias a su triunfo en París-Bercy. El norteamericano llegaba pletórico de confianza tras dejar en la cuneta al alemán Alexander Zverev, tercer cabeza de serie, y pretendía hacer lo mismo con Dimitrov.

Había llegado el momento de la verdad. Dimitrov sabía que nada de lo que había logrado en sus tres primeros partidos valdría de nada si caía ante Sock. Este encuentro suponía una dura prueba para el búlgaro, que tenía que convencerse a sí mismo de que podía estar a la altura de los mejores. Es por eso que quizá vimos al peor Dimitrov del torneo en el primer set ante Sock. El búlgaro no se encontró cómodo durante la primera manga, la cual terminaría cediendo por 6-4.

Pero fue precisamente eso, verse por debajo en el marcador, lo que ayudó al búlgaro a soltarse y desplegar su mejor nivel. En un abrir y cerrar de ojos, Dimitrov igualó el partido con un rosco y encaró con firmeza el último parcial, cuyos dos últimos juegos dan fe del cambio de mentalidad del ahora número tres del mundo. En otros tiempos, su cabeza hubiera estallado en mil pedazos pero ahora estamos ante un nuevo Dimitrov, un tenista con una nueva mentalidad mucho más fuerte que antes. El búlgaro rompió el servicio de su rival y cerró el partido por 6-3 apretando el puño con rabia, congratulándose por haber superado una situación que no hace mucho tiempo hubiera acabado con él mismo destrozando su raqueta. 

Grigor Dimitrov celebra su victoria ante Jack Sock en las semifinales. Foto: zimbio.com
Grigor Dimitrov celebra su victoria ante Jack Sock en las semifinales. Foto: zimbio.com

En la otra semifinal habría sorpresa. Goffin dio un golpe de autoridad hasta ahora impensable en él y dejó fuera a Federer, estableciendo una final entre debutantes contra Dimitrov. El primer juego del encuentro bastó para comprobar que esto no iba a ser, ni mucho menos, la repetición del partido de la fase de grupos. Goffin salió valiente y llegó a mandar por 4-2 en el primer set. Pero Dimitrov volvió a mantener la calma y dio la vuelta al resultado, 7-5 para él. La reacción de Goffin no se hizo esperar y el belga mandó la final al tercer set tras hacerse con el segundo por 6-4. Eran los momentos más difíciles del choque para Dimitrov, que veía a su rival crecido y lanzado a por la victoria. Sin embargo, el búlgaro iba a demostrar de nuevo que el miedo a ganar no iba a poder con él. Primero salvando hasta cuatro bolas de 'break' en el juego inicial de la última manga y después, rompiendo él el servicio del belga en el sexto juego. 

Dice el dicho que sin sufrimiento no hay gloria y eso puede aplicarse al triunfo del búlgaro en el día de ayer. El búlgaro supo sufrir y tuvo que esperar a su quinta bola de partido para tirarse merecidamente al suelo tras darse cuenta de que, por fin, lo había logrado. Había dado el salto, había vencido a sus propias dudas, unas dudas que casi hicieron estancar su carrera hace poco más de un año pero que ahora ya son cosa del pasado. Porque Grigor Dimitrov ya es una realidad y sólo él sabe dónde está su límite. 

Grigor Dimitrov tirado en el suelo tras lograr el triunfo en la final ante Goffin. Foto: zimbio.com
Grigor Dimitrov tirado en el suelo tras lograr el triunfo en la final ante Goffin. Foto: zimbio.com