Roger Federer volvió a dejar al mundo sin palabras, al escribir otro capítulo de su exitosa carrera. El suizo logró defender su título en Melbourne para firmar otro inicio de temporada soñado, donde volvió a resaltar lo feliz que estaba y lo increíble que le parecía su propia hazaña. 

Con una felicidad que podía verse y escucharse, Federer se colocó detrás del micrófono para dar su sexto discurso como campeón del Australian Open. "Estoy muy feliz, esto es increíble... ganar es un sueño hecho realidad; el cuento de hadas continúa para nosotros, para mí... después del gran año que tuve la temporada pasada, simplemente es increíble", comentó Roger mientras la voz se le quebrara en las últimas palabras. 

El campeón se dedicó un espacio para dirigirle unas palabras a su rival: "Quiero agradecer a Marin. Otro gran torneo, felicidades por el número tres del mundo, es un gran logro. Sigue haciendo lo que estás haciendo y vas a lograr más", apuntó Federer mientras observaba a Cilic, quien escuchaba atento con el reconocimiento plateado de finalista. 

Como parte de su preparación para el primer Grand Slam de la temporada, el suizo llegó a Perth para disputar la Hopman Cup. Respecto a ello, Roger también dedicó unas palabras: "Llegué aquí desde el año pasado (entre risas) y he pasado un gran tiempo con mi familia y mi equipo... gracias a toda la organización y a todos los voluntarios, son de los mejores del mundo". 

Para cerrar, con la voz entrecortada, Federer dedicó unas palabras al público que lo alentó durante toda la noche y las dos semanas de competición: "Ustedes llenan los estadios, ustedes me ponen nervioso, ustedes me hacen salir a entrenar, así que solo quisiera agradecerles por todo", decía Roger mientras las lágrimas comenzaban a salir. 

Por último, 'Su Majestad' dirigió unas breves palabras a su esquina para finalizar: "Y a mi equipo... los amo, chicos. Gracias", y rompió en llanto. Federer se echó a llorar mientras la gente lo abrazaba en aplausos y él besaba un trofeo de Grand Slam por vigésima ocasión. De esta manera, al igual que el año pasado, Roger terminaba hecho un mar de lágrimas de felicidad, consecuencia de otra hazaña que quedará para la posteridad.