Hace tiempo que se terminaron los calificativos para designar las proezas de Rafael Nadal. Sin embargo, estas no parecen tener fin y es que el manacorí cada vez sorprende más. El partido de hoy se esperaba con mucha expectación debido a que Dominic Thiem es posiblemente el segundo mejor jugador sobre tierra batida de la actualidad y ya le había conseguido batir el año pasado en Roma.

Es cierto que el austriaco venía de una lesión, pero ya había conseguido doblegar a jugadores como Andrey Rublev o Novak Djokovic para plantarse en los cuartos de final. Nadal venía sin jugar nada desde enero, exceptuando la Copa Davis, donde se le vio de nuevo a un nivel sobresaliente. Finalmente, el partido fue visto y no visto para el español debido a que superó a su rival en tan solo 66 minutos y un 6-0 6-2 que asombran al mundo, por el rival y la facilidad que de nuevo demuestra el español para sobreponerse a la inactividad y volver mucho mejor del nivel que estaba demostrando hasta entonces.

Tras su victoria, el diez veces ganador del Masters 1000 de Monte-Carlo se llevó una calurosa ovación de la Court Rainier III y afirmo sentirse muy feliz con su juego desplegado en pista. “Un partido casi perfecto, con la velocidad de pelota que me convenía. Me he sentido muy cómodo en la pista. Tengo que estar muy satisfecho porque Dominic es uno de los mejores en tierra batida”, afirmaba el español.

El manacorí lejos de volverse loco por el gran tenis desplegado bajo los humos y recordó que mañana tiene un duelo muy duro ante el búlgaro y número cuatro del mundo Grigor Dimitrov. “Grigor es un muy buen jugador. Seguro que no será un partido fácil, pero jugando al mismo nivel que ante Thiem debería tener mis oportunidades”, demostraba una vez más la gran humildad que tiene hasta en los momentos en los que más imbatible parece.