La 66ª edición del torneo Conde de Godó, con un cartel que para muchos es el mejor de la historia, con un cuadro que podría verse en cualquier Masters 1000, contará con la baja de última hora de uno de los fijos en las pistas de Barcelona, David Ferrer. El tenista de Jávea, que ya renunció esta semana a jugar el Masters 1000 de Montecarlo, tampoco acudirá al Real Club de Tenis Barcelona, en lo que hubiera sido su decimoquinta participación, habiendo fallado tan solo en 2016.

Ferrer ha preferido seguir disfrutando del nacimiento de su primer hijo, que ha llegado en el mejor momento posible, justo después de una de las victorias más recordadas de su carrera, dando el pase a España para las semifinales de la Copa Davis, consiguiendo el quinto punto de la eliminatoria, en un partido a cinco sets ante otro jugador de su generación, con un currículum bastante parecido al suyo como Philipp Kohlschreiber y jugando además en Valencia ante su gente. Sin lugar a duda fue el guión perfecto para coronar a un gladiador como David, que a lo largo de toda su carrera ha demostrado su gran talento y potencial, pero que a su vez ha tenido la "mala suerte" de coincidir con la mejor generación de tenistas de la historia (Nadal, Federer, Murray o Djokovic), que han acaparado por completo el circuito durante los años de máxima plenitud del tenista alicantino.

Sin ir más lejos, Ferrer cuenta con una de las mejores trayectorias en el torneo de Barcelona, habiendo disputado hasta cuatro finales disputadas (años 2008, 2009, 2011 y 2012) y otras tres semifinales (2007, 2010 y 2015), pero con la mala fortuna de encontrarse en la mayoría de ellas con el autentico dominador del Godó en la última década: Rafael Nadal. 

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