El tenis tiene estas cosas que escapan muchas veces a la lógica. Un día uno es capaz de derrotar al rey de la tierra batida y meterse en la final de un Masters 1000. Al otro día, en otro certamen, uno también puede caer derrotado en el primer partido del torneo ante un rival, a priori, inferior a vos. Este fue el caso de Dominic Thiem, actual número ocho del mundo: tras eliminar a Rafael Nadal y ceder en la final de Madrid ante Alexander Zverev, el austríaco llegó esperanzado al Foro Itálico de Roma para enfrentarse con Fabio Fognini, un tenista que hasta el día de hoy, no había podido rescatarle ni un solo set en los dos enfrentamientos previos.

Por su juego agresivo desde el fondo de la pista y la variedad de efectos en cada uno de sus impactos, Dominic Thiem hizo todos los méritos para ser considerado uno de los principales favoritos al título en cualquier torneo de polvo de ladrillo. No obstante, ese punto a favor de atacar constantemente a sus rivales con pelotas profundas y a muy altas velocidades, varias veces se le vuelca en contra y termina siendo contraproducente. El apuro por terminar los puntos de forma temprana con bolas fortísimas y no tomarse un tiempo más para conseguir aperturas que le simplifiquen el disparo final, es quizás el mayor (sino el único) defecto que deberá mejorar de cara al futuro el pupilo de Galo Blanco.

Thiem cuenta con unas cualidades enormes y una mentalidad superlativa que invitan a imaginarlo levantando -un día- el trofeo de un torneo grande. Sin embargo, quizás por lo descripto más arriba, aún sigue sin poder ejercer una abrumadora supremacía ante ciertos jugadores que, en los papeles previos, debería derrotar sin demasiados obstáculos. Por la segunda ronda del Másters de 1000 de Roma y dando el puntapié inicial de la jornada en la pista Centrale, Thiem afrontó un partido con muchos vaivenes y sufrió la inspiración de Fabio Fognini que parece engrosar su confianza cuando juega ante su público.

El italiano, que venía de eliminar a Gael Monfils en la primera fase y se halla en el puesto 21 del Ranking ATP, mantuvo la concentración y el buen juego durante la mayor parte del encuentro y se quedó con el mismo luego de dos horas y cuatro minutos de acción. El primer parcial contó con un Fognini certero con el servicio (77%) y con ganas de llevarse el mundo por delante. Por el contrario, el sexto preclasificado en el certamen italiano no hizo suficiente daño con el saque y le cedió cinco oportunidades de break a Fabio que no dudó en tomar dos de ellas para quedarse con el set por 6-4.

Todo cambió de repente en la segunda manga. Thiem asumió el protagonismo, soltó los brazos, y empezó a jugar a un nivel parecido a lo hecho en Madrid ante Rafael Nadal. Con muchos tiros ganadores tanto con el drive como con el revés, y con servicios que tomaron efectos complejos de dominar, consiguió doblegar el juego de Fognini para adjudicarse el segundo set por 6-1 y enviar la definición el compromiso a un tercer y último parcial. Con la gente enfurecida alentando al local, la definición del partido fue manejada a merced de Fognini quien tomó la responsabilidad de atacar y de controlar los peloteos tal como le convenía.

Fabio, suelto de piernas y de cabeza (algo que pierde en reiteradas ocasiones) ejerció una presión ininterrumpida en los juegos al resto generando infinidades de break point que, por decisiones incorrectas y apoyado en un poco de mala fortuna, fue desaprovechando una tras otra. Sin embargo, con el marcador 4-3 a su favor, el italiano rompió el servicio de Thiem y esbozó la sorpresa del torneo al eliminarlo de Roma por 6-3. De esta forma, el ex número 12 del mundo mantiene la ilusión más viva que nunca y deberá enfrentar a Peter Gojowczyk por un lugar en los cuartos de final.