La incertidumbre que depara una primera ronda es una de las principales virtudes de un Grand Slam, sobre todo cuando la diferencia de nivel entre los jugadores puede ser tan amplia. A Rafael Nadal y Simone Bolelli los separaban 128 puestos en el ranking, pero en los dos días que tomó el partido para concluir, la diferencia en la calidad expuesta en la Philippe Chatrier fue mínima. El torneo le otorgó una segunda oportunidad al italiano. Bolelli perdió el último partido de la clasificación pero logró acceder como Lucky Loser, aunque la suerte le deparó medirse ante un jugador que solo ha perdido dos partidos en el major parisino. Del otro lado de la red, un contraste; el número uno del mundo que iniciaba su camino hacia su decimoprimera Copa de los Mosqueteros. 

No pasó mucho tiempo para que la tónica del partido fuera clara. Un Bolelli atrevido, que tenía aceleración y profundidad ante un Nadal que ofrecía el mismo sacrificio de siempre, aunque sin el dominio habitual. El reto para el italiano era claro: mantener ese ritmo revolucionado el mayor tiempo posible para poder tener posibilidades ante el 10 veces campeón, y no quedó a deber. Todo se mantuvo igualado hasta el 4-4, cuando por fin llegó la irregularidad del lado del italiano. Luego de haber sostenido para el 5-4 a favor, Rafael se encontró con un juego de servicio lleno de errores no forzados por parte de Bolelli. De este modo, el español logró quebrar y asegurar el primer set del encuentro. 

Pero el nacido en Bologna no bajó los brazos. Comenzó quebrando en el segundo parcial y llegó a colocarse 3-1 arriba, salvando un punto de quiebre. La lluvia se hizo presente en la Chatrier pero el partido no se suspendió, Rafael y Simone continuaron en lo que después sería una remontada del español; el balear se hizo con cinco juegos de manera consecutiva para definir el segundo capítulo con un 6-3. Bolelli repitió la dosis del set anterior y quebró a Nadal en el primer juego de servicio del español. Simone extendió la ventaja al 3-0 pero la lluvia terminó como la verdadera ganadora del lunes; el partido tuvo que ponerse en pausa para luego ser suspendido por las circunstancias climáticas. El desenlace llegaría al día siguiente para alimentar aún más la incertidumbre.

Los jugadores volvieron a la pista central del complejo francés en el segundo turno de la jornada, y el de Manacor volvió de manera arrolladora, al menos durante los primeros juegos. Nadal no se demoró en igualar las acciones a 3-3, pero Bolelli demostró que el paso del tiempo no le habían afectado ni a su plan de juego ni a la sintonía que tenía dentro de la Philippe Chatrier. Cuando el italiano lideraba 4-3, Rafa tuvo que salvar un 0-40 que lo llevó al borde de un cuarto set por primera vez en el partido. Todo se mantuvo equilibrado, tanto que tuvo que llegar el desempate para definir al vencedor del tercer capítulo del encuentro. 

En el tie-break, Bolelli inició demoledor, al igual que en el principio de los dos últimos parciales. Una derecha implacable, dejadas precisas y una volea increíble lo colocaron con tres oportunidades para llevarse el set, mismas que Nadal logró salvar de manera sorprendente. El desempate siguió adelante hasta que el italiano desperdició otro set point más y el español, dos puntos para partido. El final llegó cuando Simone sirvió 9-10. El par de match points previos que había levantado lo había hecho de la mano de su drive, el mismo golpe que lo llevó a tal instancia pero que le terminó fallando en el último punto. A pesar de verse abajo durante toda la manga, Rafael sacó adelante un set que estuvo a punto de perder en varias ocasiones, pero que sirvió para cerrar un partido en parciales consecutivos y ahorrar tiempo. 

El próximo rival del campeón defensor será Guido Pella, el argentino que eliminó a Joao Sousa en su estreno de esta nueva edición de Roland Garros. Nadal sigue comprándose vidas dentro de cada set, algo que no pierde en la arcilla parisina desde hace casi tres años.