La lluvia terminó con la jornada tenística de ayer, y también, con el juego de Diego Schwartzman. Un nivel tan alto como el que venía empleando el argentino es difícil de sostener a lo largo de un partido contra un experto como Rafael Nadal, y mucho más, si encima, condiciones externas obligan a tener que postergar el compromiso para el día posterior.  El Peque, sin embargo, poco puede reprocharse: se entregó al máximo, buscó en todo momento recuperar su mejor versión pero no pudo hacerle frente al español que recuperó la memoria y volvió a convertirse en Rafael Nadal.

“Diego, Diego”, fue el canto que bajó desde las tribunas del estadio principal de Roland Garros en más de una oportunidad. Este afecto del público tiene que ver con un reconocimiento merecido a un tenista que siempre deja todo en la cancha y que no se  resigna a trepar a lo más alto del circuito ATP. Lo cierto es que el mallorquín dejó atrás las incertidumbres y las falencias curiosas del primer parcial y retomó el nivel que apabulla y deja sin opciones a sus rivales. Redujo casi al máximo los errores no forzados, inquietó con sus características pelotas con top spin y dejó huir tan solo cuatro games desde la reanudación del partido.

El número doce del mundo no supo contrarrestar ese cambio radical en la táctica de Nadal y dejó muchas pelotas cortas que le facilitaron las resoluciones finales al español. A su vez, demoró más de la cuenta en conseguir la concentración apropiada y eso le costó situarse abajo en la pizarra por dos sets a uno de forma inmediata. Al final de la tercera manga pudieron verse rastros del Schwartman que se llevó la tormenta de ayer: el argentino  puso en peligro el saque del balear, lo desestabilizó en puntos esporádicos pero rápidamente su juego se desvaneció al comienzo de la cuarta manga, cuando Nadal volvió a marcar presencia y demostró una vez más por qué es el máximo ganador en la historia del torneo parisino.

4-6, 6-3, 6-2 y 6-2 fue el resultado final de un encuentro conmovedor y atrapante que dejó como saldo final la eliminación de Diego Schwartzman y el pase rutinario de Rafael Nadal a la semifinal de Roland Garros. El número uno del mundo supo aprovechar la lluvia que dios le envió desde el cielo cuando las cosas no iban bien y cambió exponencialmente su juego para volver a la normalidad y establecerse a tan solo dos escalones de una nueva corona. Con la confianza a flor de piel enfrentará en su próxima instancia a Juan Martín Del Potro quien derrotó al croata Marin Cilic en cuatro parciales.