Una vez más Milos Raonic ha demostrado que es un tenista muy a tener en cuenta sobre hierba. El canadiense tras un 2017 y 2018 hasta el momento muy flojo ha sacado en este torneo ese gran tenis que le hizo finalista de Wimbledon hace dos años. Ese gran tenis se ha visto recompensado esta semana en forma de final, Raonic jugará su primera final del año y su primera final en catorce meses en Stuttgart. Su rival será Roger Federer, tenista al que el canadiense ya fue capaz de derrotar en la final de Brisbane en el año 2016. El suizo llega con la moral por las nubes tras haber vuelto al tenis con una final y tras haber logrado el número uno del mundo una vez más. 

Raonic aún no ha perdido ni un solo set en los cuatro partidos que ha disputado y tampoco su servicio, el canadiense derrotó en estas semifinales al francés Lucas Pouille por 6-4 y 7-6. El francés se alzó campeón hace doce meses tras derrotar a Feliciano López en la final pero esta vez será incapaz de repetir dicha hazaña al ser eliminado en semifinales. A pesar de todo Pouille ha mostrado un gran tenis esta semana y aunque pierda 160 puntos no ha dejado malas sensaciones sobre hierba en este torneo.

El canadiense superior con el saque y con el resto

El partido era bastante predecible, los dos tenistas se iban a esconder al resto en los primeros juegos para luego atacar a mediados o en el tramo final y así fue. Raonic fue capaz de golpear primero al resto tras aprovechar su primera bola de rotura y jugando a las mil maravillas, ganando el punto con una preciosa derecha invertida a la línea. A partir de ahí Milos se centró en su servicio y no pasó problemas hasta la hora de sacar para ganar el set. El francés con 30 iguales llegó a una pelota imposible y además logró un passing increíble consiguiendo una bola de rotura. Sin embargo, no iba a ser capaz de aprovecharla y Raonic hace pagar caro esas bolas de rotura desperdiciadas, con un gran servicio el canadiense se llevaba la primera manga por 6-4

El segundo set apenas contó con emoción hasta la muerte súbita. Pouille se centró en su servicio y ganó los seis juegos con su servicio, cinco de ellos sin problemas ya que en el séptimo juego de esta segunda manga se vio obligado a salvar dos bolas de rotura en el juego más largo del partido. Raonic tampoco tuvo problemas con su saque, saque que aún no ha perdido en toda la semana y mandó la segunda manga a la muerte súbita. El canadiense abrió hueco en el cambio de lado con el 4-2 y mantuvo esa ventaja de un mini break hasta el final imponiéndose en la muerte súbita por 7-3. Tras muchos meses de sufrimiento Raonic vuelve a una final ATP.