Si alguien se ha mostrado inmune a las altas temperaturas de Nueva York esa es Serena Williams. Es evidente que la ex número uno del mundo juega en casa, pero no precisamente en Estados Unidos, sino en el Estadio Arthur Ashe o básicamente cualquier pista en la que se pare. Así de cómoda se le vio en su duelo de segunda ronda en el US Open frente a Carina Witthoeft

Serena se mostró tal y como su nombre lo indica, en todo momento. Su primer juego al servicio tuvo un par de altibajos que la llevaron al deuce, pero terminó por resolver con el saque, uno de sus principales aliados de la noche. Por otro lado, no tardó en avisar que en la devolución siempre sería una amenaza; se jugaría casi todo en el primer golpe. 

En el cuarto juego llegó el quiebre a favor de la menor de las Williams, aunque cedió la ventaja inmediatamente después de conseguirla. Fue un acto de humanidad en el que Witthoeft se sintió lo suficientemente cómoda para incomodar a Serena. La alemana apretó el puño, sin saber que no volvería a ganar un juego en el resto de la manga. 

Carina intentaba trasladar a su rival por todos lados. La llamaba a la red y Serena respondía sin titubear, aunque quizás reconocía que sus posibilidades de ganar el punto eran pocas. A pesar de la superioridad, la norteamericana no dejó el desgaste de lado, soltando uno que otro alarido característico después de realizar un tiro. 

Los tiros de la sembrada número 17 comenzaron a tener una relación íntima con las líneas de fondo. Cada pelota que salía de la raqueta de la estadounidense se acercaba más al límite de la pista. Wittoheft nunca encontró la manera de lidiar con dicha situación y cedió dos juegos al servicio para que Serena se adelantara por 6-2. 

La paridad de la segunda manga duró solamente cuatro juegos. En este lapso, mientras fue su turno al saque, la estadounidense no perdió un solo punto. Continuó auxiliándose en su implacable servicio y en sus tiros planos, independientemente del lado que impactara la pelota. Williams quebró cuando la alemana sacaba para igualar a tres y a partir de ahí fue sin escalas a la victoria. 

Serena se encontró con algunas complicaciones para afianzarse en el 5-2, pero logró solventarlas, una vez más, con ese servicio, su mejor amigo. El juego desde el fondo de pista le pertenecía totalmente, pues a pesar de que registraba un error no forzado ocasional, nunca dejó de buscar los ángulos que terminaron frustrando a la alemana. 

Otro 6-2 le dio el triunfo a la de Michigan. Saludo en la red y el tradicional giro de 360 grados en el centro de la pista. Serena cumplió con la segunda mitad del compromiso que había empezado horas antes en el Estadio Louis Armstrong, cuando Venus Williams derrotó a Camila Giorgi.

La seis veces campeona se verá en tercera ronda con su rival más añeja, aquella que conoce desde que tiene memoria. Lo único seguro en el partido que sostendrán Serena y Venus es que cualquier resultado quedará en familia.