La generación de Ivan Ljubicic, Ivo Karlovic o Goran Ivanisevic, entre otros, ya tiene herederos. Trece años después, el combinado liderado por Zeljko Krajan y con Marin Cilic y Borna Coric como principales estiletes, ha conquistado su segunda Ensaladera de Copa Davis tras el triunfo de Cilic sobre Lucas Pouille, el elegido por el capitán francés, Yannick Noah, para sustituir a Jeremy Chardy, al que venció por la rápida por un tanteo de 7-6(3) 6-3 y 6-3 para colocar el 3-1 en la eliminatoria, ya suficiente ventaja, puesto que sólo queda un partido por disputarse. En esta ocasión, el croata respondió como se espera de todo un número siete del mundo y con una actuación notable y sin despistes en ningún momento, doblegó a su rival y calló a todo el estadio Pierre Mauroy de Lille, que esta vez no pudo actuar de talismán en favor de su país. 

Al igual que el día anterior, Cilic se mantuvo infranqueable al servicio. 89% de puntos ganados con primero (39 de 44) y un 67% con segundo (26 de 39)

Pouille era la última bala a la que se agarraba Yannick Noah en su intento de dar la vuelta a la tortilla. No en vano, el de Grande-Synthe ya había protagonizado actuaciones estelares en dicha competición, entre ellas, el quinto punto de la final del año pasado ante el belga Steve Darcis o en la pasada semifinal ante el español Roberto Bautista. El encuentro medía a dos jugadores que, más allá de las diferencias de ránking, son prácticamente idénticos. Mucha calidad en sus manos pero que en los momentos clave se suelen encoger hasta límites insospechados. 

De los dos, Cilic fue el único que dispuso de bolas de 'break' en un primer set ampliamente dominado por los servicios. En una de ellas, Pouille se sacó de la chistera una espectacular dejada en retroceso, pero ya dejaba entrever su incomodidad en los momentos de presión. Incomodidad que fue palpable en el posterior 'tie-break', en el que Cilic dio un paso al frente y que se apuntó por 7-3. Con un set arriba y con los partidos ante Del Potro y Querrey en el recuerdo, Cilic dejó atrás sus propios miedos y caminó hacia la victoria con la autoridad que se el presupone a todo un vencedor de Grand Slam. En el sexto juego, el croata dio otro zarpazo al partido con su primera rotura, que hizo buena para hacerse también con el segundo set por 6-3 y dejar a Pouille y a toda Francia a un paso de la debacle definitiva. 

El encuentro tampoco fue excesivamente brillante por parte de los dos: 20 winners y 29 errores no forzados de Cilic y 17 y 44, respectivamente, por parte de Pouille

El público local, que había comenzado con muchas ganas de batallar, ya intuía que el final estaba cerca. También Pouille, incapaz de reducir la distancia que tenía ante Cilic, cada vez mayor. A los vigentes campeones sólo les quedaba confiar en que al de Medjugorje le temblara la cabeza y se liara el sólo, pero eso no pasó. Tras varias y sonadas decepciones, hoy era el día de Marin Cilic, que consumó su venganza particular contra todos aquellos que habían dudado de él, entre ellos el que escribe esta crónica, y sentenció la final con un globo majestuoso justo antes de que sus compañeros se abalanzaran hacia él para comenzar a celebrar este histórico triunfo. 

Hacía 13 años de la primera y única Ensaladera del país balcánico, en 2005 frente a Eslovaquia y también a domicilio. Este pequeño país sigue demostrando que lo que verdaderamente importa es la calidad, no la cantidad, y gracias a una fuente inagotable de talentos, vuelve a recuperar su estatus de primera potencial mundial del tenis, justo en el último año antes del cambio de formato y con el que se dice adiós a 118 años de una manera única de sentir este deporte.