Él mismo reconoció hace unos días que, probablemente, tendrá que convivir con dolores durante el resto de su carrera e incluso más allá, pero Andy Murray no va a cejar en su empeño de seguir disfrutando del deporte que tanto ama y que tan grande le ha hecho.  En el día de año nuevo, el escocés escribió la primera página de esta nueva etapa que ahora le toca afrontar y con la ilusión de un niño que comienza a dar sus primeros raquetazos, se deshizo del australiano James Duckworth por 6-3 y 6-4 para firmar su acceso a la segunda ronda del ATP 250 de Brisbane

Murray terminó con 15 golpes ganadores por 21 errores no forzados. Además, se llevó el 72% de puntos con primer servicio, 28 de 39

En un torneo que se ha llevado en dos ocasiones, 2012 y 2013 y en el que todavía no sabe lo que es perder (diez victorias en otros tantos encuentros), Murray fue de menos a más para sacar adelante su primer envite ante un Duckworth que también sabe lo que es conocer el lado más amargo de este deporte. El australiano, número 234 del mundo, regresó a las pistas el año pasado tras haber pasado también por el quirófano, en este caso por problemas en uno de sus pies. Con una mezcla de nervios y precaución por no querer forzar sus movimientos, Murray se lo tomó con calma, tratando de ahorrar energías entre punto y punto esperando el momento oportuno. 

Tras estos primeros minutos de tanteo, el escocés comenzó a poner más bolas en juego, lo que dejó en evidencia a Duckworth, voluntarioso pero sin control en su raqueta. No le sirvió a Murray el primer 'break' que logró, pero sí el segundo. Con 4-3 y ventaja a su favor, el escocés demostró que su intuición, su capacidad de leer los golpes de los rivales y su excelente toque siguen intactos. Con un gran 'passing shot' de derecha cortada, puso el 5-3 y cerró la primera manga acto seguido con un servicio en blanco. 

Con más confianza al llevar ya un set en el bolsillo, Murray dejó a un lado la, por otra parte, entendible precaución en sus movimientos y se soltó algo más en el segundo, tampoco demasiado, pero sí lo suficiente para cerrar el partido en dos mangas. Como en el primero, el británico esperó su oportunidad para asestar el golpe definitivo a Duckworth, el cual llegó en el 5-4 con una rotura en blanco. Sin mayores problemas, el tres veces campeón de Grand Slam amarró la victoria en hora y media de juego, esperando ya su primera gran prueba ante el ruso Daniil Medvedev, número 16 del mundo ycuarto cabeza de serie, en la siguiente ronda. Probablemente no volvamos a ver la mejor versión de Andy Murray, pero el hambre y la ilusión con la que afronta esta nueva etapa de su vida lo convierten en un auténtico ejemplo para todos.