Campeona de Wimbledon júnior en 2011 con apenas 15 años, Ashleigh Barty decidió dejar el tenis en 2014 para probar con el cricket, deporte muy popular en su país. Pero tan sólo dos años después, el gusanillo de la raqueta le volvió a picar a la tenista de Ipswich que, desde que reinició su carrera tenística, allá por 2016, no ha hecho sino otra cosa que crecer, sobre todo en las dos últimas temporadas. Premio a ese crecimiento exponencial será su inclusión en el top10 del ránking WTA el próximo lunes (alcanzará la novena posición), un privilegio que acaba de lograr esta semana tras proclamarse vencedora del WTA Premier Mandatory de Miami, que supone el cuarto título de su carrera y el más prestigioso. En una hora y 40 minutos de juego, la 12ª cabeza de serie del cuadro se deshizo de la teórica favorita, la checa Karolina Pliskova, número siete del mundo, por 7-6(1) y 6-3

41 golpes ganadores y 86% de puntos ganados, 32 de 37, con primer servicio para Barty. Pliskova, de más a menos, acabó con 30 errores no forzados

Quizá por las emociones (ambas disputaban su primera final en un torneo de esta categoría) o por la excesiva humedad que había sobre la pista central del Hard Rock Stadium, pero lo cierto es que las dos jugadoras se respetaron demasiado en el inicio del encuentro. Pliskova fue la primera en comenzar mandando gracias a un tempranero 'break' antes del primer descanso del partido (2-1). Pero su movilidad, una característica que parecía haber mejorado en los últimos tiempos, no daba buena espina.

Tampoco Barty se mostraba mucho mejor, pero logró recuperar el 'break' a tiempo en el sexto juego (3-3). El set llegó a un 'tie-break' en el que podía suceder cualquier cosa, pero ahí Barty dio la primera estocada hacia el título. La oceánica tiró de su gran variedad de recursos y, sobre todo, comenzó a hacer verdadero daño con su mejor golpe, el revés cortado, un golpe único en el circuito WTA y que castigó a Pliskova en exceso. La checa se diluyó en el desempate, donde sólo pudo hacer un punto, cediendo por un contundente 7-1 ante una Barty que daba un paso de gigante en la final. 

Dados sus evidentes problemas de movilidad, que no hacían otra cosa que ir en aumento, Pliskova necesitaba el primer set sí o sí, pero nada más perderlo, se dio cuenta de que la suerte estaba echada. Lo único que le funcionaba a la checa era el servicio, el único resquicio que tenía para ganar puntos a una Barty que no fallaba una pelota. Pero sólo con el servicio no se puede ganar un partido y menos una final. Barty endosó otro golpe moral a su rival con un 'break' de entrada en el segundo parcial, una ventaja que ya no perdería, en buena medida gracias a su increíble porcentaje de primeros saques (14 de 16, un 88%). A la australiana le bastaba con meter el primer saque. Al otro lado de la red, Pliskova se encontraba totalmente rota, doblada, sin poder reaccionar. El final estaba escrito y en el noveno juego (6-3), Barty sentenció una final que ya tenía dueña desde mucho antes. 

Derrota muy dura para Pliskova, que sigue sin poder dar ese salto cualitativo en cuanto a títulos grandes se refiere. Además, de haber ganado, la checa se hubiese colocado a sólo 61 puntos de la primera plaza del ránking. Ahora será la cuarta pero le tocará defender el título en Stuttgart y las semis en Madrid. Y en cuanto a la gran triunfadora, Ashleigh Barty, decir que la vieja escuela está de vuelta. Una jugadora atípica dentro del circuito, competitiva al máximo en individuales y dobles, y con un golpe, el revés cortado, que es un auténtico tesoro hoy en día y que nos retrotrae a ese tenis antiguo pero lleno de magia de los setenta, ochenta y parte de los 90. Una mujer que optó por retomar su camino en el tenis dispuesta a demostrar que lo que hizo en Wimbledon hace ocho años no iba a ser casualidad. Y no se equivocaba. Con 22 años y todo el futuro por delante, la aventura de Barty no ha hecho más que comenzar. 

Por último, un dato estremecedor pero que indica la ausencia de autoridad que existe en estos momentos en el circuito WTA. Pliskova tenía la oportunidad de ser la primera tenista en 2019 en lograr más de un título, pero tendremos que esperar para verlo. 14 torneos y 14 campeonas diferentes. Apasionante para algunos, aburrida para otros, pero esto es la WTA de hoy en día.