Inolvidable mañana -noche en Australia- de tenis la vivida este miércoles, en la que a punto estuvo Rafael Nadal de completar uno de tantos milagros que le caracterizan. Con un resultado final de 6-7 / 6-7 / 6-4 / 6-7, un extraordinario Dominic Thiem venció al coloso español en una Rod Laver Arena en la que pudo haber más de un infarto durante las más de cuatro horas de guerra. Exhibición de bombas con la derecha desde el fondo de la pista del jugador austríaco, que presenta su candidatura a un grande más allá de la tierra batida.

Thiem se disfrazó de Nadal para después comprobar que nadie es como él

La realidad es que Thiem se disfrazó de Nadal en los primeros dos sets, en los cuales revirtió sendas situaciones de desventaja, con break a favor de Rafa, para terminar resolviendo en el tie-break, donde se plasmó la ligera superioridad tenística del austríaco sobre la pista pese a que en el primero de ellos tuvo que remontar un 2-0 a favor del español. Dominic estuvo más suelto y agresivo en sus golpes, lo cual le valió para poner tierra de por medio ante un Rafa poco seguro.

Dominic Thiem soltando una de tantas derechas ganadoras | Foto: Australian Open
Dominic Thiem soltando una de tantas derechas ganadoras | Foto: Australian Open

Nadal no paró de quitarse de encima sensacionales golpeos del que llaman su heredero en tierra batida como si de un asedio se tratase, pero el balear aguantó como nadie lo hubiera hecho para rehacerse de manera formidable estando dos sets abajo. Y es que a Rafael Nadal no sirve con matarle. Hay que rematarle tantas veces como se pueda.

Muchos no creyentes en el corazón de Rafa le dieron por muerto, pero durante el tercer set el ganador de 19 Grand Slams se sacudió ligeramente el domino de Thiem para terminar ganando al resto y volver a coger sensaciones con su derecha; lo cual, dicho sea de paso, no fue una constante durante el partido, pues bastante tuvo Rafa con sostener las constantes embestidas del austríaco y mantenerse en pie.

Rafa Nadal celebra el comienzo de su remontada | Foto: Australian Open
Rafa Nadal celebra el comienzo de su remontada | Foto: Australian Open

El cuarto set fue un thriller tenístico que tuvo de todo

Arrancó Rafa la batalla por el empate con confianzas renovadas tras imponerse en el tercer set, pero rápido Thiem, con un servicio formidable, le negó continuamente la oportunidad de liquidar pronto el set para forzar el quinto. Solo en su primer resto Nadal tuvo alguna pequeña opción de batir a un Dominic seguro pese al golpe encajado. No obstante, cuando el balear está sobre la pista todo puede ocurrir, y es que por más que se repita no deja de sorprender.

Pues dicho y hecho. Break para Dominic Thiem en el segundo servicio de Rafa, que debía escalar algo parecido al Tourmalet, viendo el excelso nivel de Thiem, para batir a la muralla que tenía en frente. Casi en la cima de la montaña se quedó Nadal, pues cuando el austríaco servía para ganar el partido, contando además con el factor extra de las bolas nuevas, le temblaron las manos y Rafa no lo desaprovechó. Estaba a punto de coronar el Tourmalet e igualar la contienda.

Thiem sintió por primera vez en el choque la presión de tener a alguien que no conoce los imposibles delante y cedió, con varios errores, su servicio. Rafa igualó así el set en el último momento mostrándose serio al saque y forzó un nuevo tie-break cuando, de nuevo, parecía todo perdido. Los presentes no podían creer lo que estaban viendo.

Ambos tenistas se preparaban para la batalla final | Foto: Australian Open
Ambos tenistas se preparaban para la batalla final | Foto: Australian Open

El término 'muerte súbita', atribuido para denominar los tie-breaks, no pudo definir mejor los últimos instantes de partido. Ambos tenistas se rompieron el saque hasta que Thiem puso tierra de por medio con dos buenos servicios. La multitud presente en la Rod Laver se seguía midiendo las pulsaciones porque aquello estaba siendo una agonía.

Con punto de partido a favor de Thiem, un Rafael Nadal con la mente de hielo detuvo el tiempo y, en vez de golpear una volea franca al fondo de la pista, congeló a todos los presentes y se quedó impasible negando con la mano. Fuera. Fue fuera. Y el ojo de halcón pedido por Thiem le dio la razón. Carlos Moyá, su entrenador, no podía ni mirar mientras el público enmudecía.

Sin embargo, este miércoles fueron dos los colosos que se enfrentaron y uno de ellos tuvo más armas para ganar, esa fue la realidad. El derroche de valentía, corazón y coraje del español no fue suficiente y acabó sucumbiendo ante un Thiem que volvió a reponerse y terminó ganando una épica batalla que puede marcar el devenir de su carrera.

Bravo por ambos tenistas, que dieron una exhibición de tenis aunque, lamentablemente para los seguidores de Rafael Nadal, esta vez la razón se impuso al corazón. Dominic Thiem, merecido semifinalista por primera vez del Open de Australia tras ver peligrar un partido que tenía ganado y comprobar por sí mismo que Rafa, como los gatos, tiene siete vidas.

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