Juan Martín del Potro será el rival de Novak Djokovic en la final del Masters 1000 de Shanghái, que se disputará mañana domingo. El tenista argentino protagonizó un auténtico recital sobre la pista central del completo que alberga el mayor de los eventos tenísticos disputados en suelo asiático, y aprovechó la velocidad de la superficie para desarbolar por completo a un Nadal impotente, que cayó por un contundente marcador de 6-2 y 6-4.

Desde la primera pelota demostró que conocía a la perfección la fórmula para dañar a Rafa, pese haber sido incapaz de ponerla en práctica en los anteriores cuatro enfrentamientos entre ambos, todos decantados a favor del español. Pero hoy el escenario, con la bola sin perder un ápice de su viveza al contactar con el suelo, le iba a ayudar a conseguir la tarea. Desde el primer punto se le vio sólido con el revés, con el que no conseguía ganadores con facilidad pero no fallaba, ávido de encontrar el momento de entrar con su derecha, con la que rayó al mejor nivel posible durante la hora y 46 minutos que se prolongó el encuentro.

En carrera, en estático, a la remanguillé... su drive funcionaba de cualquier modo, y por más que Nadal intentó moverle, variar ángulos y velocidades, jugar más directo o ser contemporizador, no encontró manera de hacerle daño. De hecho, tardó más de veinte minutos el manacorí en firmar un juego, pillado de lleno por el ciclón en que se convirtió el tandilense de inicio, mostrando su tarjeta de presentación con un rápido parcial de cuatro juegos a cero.

Reaccionó como pudo Nadal, tal y como se espera de un número 1, pero hoy en todo momento fue Del Potro quien pareció líder. No solo por lo brillante de su juego sino también por lo más difícil: mantener la constancia. Esa que hoy mostró y que le llevó a salvar todas las situaciones comprometidascon la tranquilidad del que confía en unas aptitudes sin parangón, que solo las malditas lesiones son capaz de ocultar. Hoy, aparentemente sano, no quiso que nadie le parara los pies, y cuando asomaba el peligro lo esquivaba con la facilidad con que regatea el más fino de los delanteros, que también podía ser él sino hubiera escogido empuñar una raqueta. Así, salvó las dos bolas de break que concedió y, poco a poco, fue sumando hasta que se anotó el primer set. 6-2 y a seguir.

En la segunda manga, ni un cambio de guion al menos por su parte. Sí por la de Rafa, que igualó el combate mucho más que en la precedente, pero siempre cayendo en los momentos en que suele ser él quien se lleva el premio. Hoy no iba a ser el día, porque Delpo puede ser irregular a lo largo del año e incapaz de garantizar meses seguidos de buen tenis, pero semana a semana es peligroso como nadie. Y rebosante de confianza, siguió zafando el peligro -esquivó hasta cuatro nuevas bolas de rotura- hasta hacerse con el partido.

En la final espera Novak Djokovic. El serbio se deshizo con facilidad de un desdibujado Jo-Wilfried Tsonga por 6-2 y 7-5, tras un primer set en el que el galo no dio guerra y un segundo que pudo haberse dirimido antes, pero en el que una tan acertada como polémica decisión del juez árbitro en el ecuador del mismo descentró a Nole, quien se puso de nuevo el mono de faena a tiempo.

Verdasco y Marrero, a la final de dobles

No habrá pues presencia española en la final individual, pero sí en la disciplina de dobles. Fernando Verdasco y David Marrero derrotaron a la pareja formada por el británico Jamie Murray y el australiano John Peers para meterse en su primera final de Masters 1000 juntos. Con este resultado se aseguran la presencia virtualmente en el Torneo de Maestros de Londres, la cual a buen seguro certificarán de conseguir la corona. Para ello, deberán derrotar al dúo que conforman el croata Ivan Dodig y el brasileño Marcelo Melo, verdugos esta mañana de los hermanos Bryan.