Es un jugador especial, llama la atención allá donde va y genera una gran expectación. Dustin Brown se erige en un gran animador del circuito, y cuando está inspirado es capaz de cualquier cosa. Saltó a la fama tras ganar en dos ocasiones a Nadal, pero el bueno de Dustin busca con ahínco cierta regularidad que le lleve a meterse entre los 100 mejores del mundo.

Actualmente está situado el 133 del mundo, pero tras su excelso torneo en Montpellier a buen seguro mejorará su ránking. Tras pasar la fase previa, Brown está con plena confianza, y eso se nota en la alegría con la que está jugando y el desparpajo del que hace gala. Tras eliminar a GIlles Simon, Dustin aspira a todo.

Bemelmans no fue rival

El belga está poco acostumbrado a estas lides. Buscando con perserverancia encontrar cierta regularidad en torneos Challenger que le lleve al top-100, el belga es un jugador bastante anodino y poco ilusionante. Eso se puso de manifiesto en cómo el público apoyaba a Brown desde los primeros compases del encuentro.

Brown hizo levantar al público de sus asientos con sus golpes espectaculares

Bemelmans salió a pista intenso y aprovechó un despiste por precipitación del alemán de origen jamaicano. Sin embargo, se mostró muy endeble al servicio, y los restos-red de Dustin le martirizaron durante todo el partido. Se llevó la primera manga el bueno de Dustin, y comenzó a divertirse de verdad sobre la pista, buscando la complicidad del público.

El segundo set fue un torbellino por parte de Brown, que deleitó a los asistentes con su juego vibrante y voleas imposible. Jugó más concentrado de lo habitual el teutón, y cerró el partido sin apenas dificultades. No cedió el servicio en el segundo parcial aunque tuvo que hacer frente a situaciones de tensión. Estuvo muy bien al servicio, ganando el 79% de puntos con primer servicio. 

Se presenta apasionante su duelo de semifinales contra Gasquet. No tiene nada que perder, y si derrota al de Beziers puede erigirse en el verdugo absoluto de los franceses. Duelo de estilos muy interesante el que se avecina.