¿Y ahora qué? Eso es lo que se habrán preguntado muchos de los voluntarios, acomodadores, comerciales, miembros de la organización y prensa que han estado inmersos en una burbuja durante los últimos diez días. Todos los lunes son duros pero mucho más cuando sientes que uno de los sueños de tu vida ha tocado a su fin, y que tendrás que esperar un año para intentar saborearlo de nuevo.

Madrid respiró tenis del 29 de abril al 8 de mayo, y lo hizo no solo gracias a los mejores tenistas del mundo, sino a una pléyade de locos de este deporte que se dieron cita en la Caja Mágica para dar rienda suelta a su pasión. En un mar de prisas, atascos, angustias y hastío, la Caja Mágica ofreció un reducto de paz y felicidad a todos aquellos que aman el tenis, y que tras el torneo, tienen mucho más motivos para amarlo.

Djokovic y Halep, magos en la Caja

Para que la semana sea positiva, no pueden fallar los grandes protagonistas, y en Madrid no lo hicieron. Hubo sorpresas positivas, decepciones, espectáculos extradeportivos y muy buen tenis. La altitud es un factor ya asumido por todos los que acuden a Madrid, y saben cómo influye en el juego; no obstante, el clima ha jugado un papel fundamental a lo largo de estos días, al pasar del calor y la sequedad de las primeras jornadas, a las lluvias intermitentes y el frío de los últimos cuatro días.

La pista se puso muy pesada y la bola se agrandó, lo que permitió atacar con mayor seguridad y mermar los efectos liftados. Esto fue especialmente importante en el torneo masculino, donde el estilo de Nadal se vio perjudicado. En todo caso, el estado de las pistas del complejo de la Caja Mágica fue impecable, reduciendo al máximo los clásicos botes irregulares que pueden producirse en pistas de polvo de ladrillo.

En el cuadro masculino no abundaron las sorpresas, monopolizándose en el díscolo Nick Kyrgios, que hizo las delicias de un público entregado a sus excentricidades. Su duelo ante Stan Wawrinka supuso la caída del cuarto cabeza de serie, y el espectáculo continuó con su duelo ante Cuevas y luego frente a Nishikori. El australiano protagonizó algunos de los mejores encuentros de esta edición aunque acabó rindiendo pleitesía a la solidez del samurái.

La baja de última hora de Roger Federer deslució algo la parte baja del cuadro, y otorgó la posibilidad de brillar a jugadores de segunda línea. Joao Sousa fue el más avispado y recogió el premio a un esfuerzo continuado durante años, firmando unos muy meritorios cuartos de final. Jugadores como Simon, Berdych o Gasquet continuaron anclados en su regularidad, y no pudieron dar el salto cualitativo esperado, mientras que la altitud de la meseta pareció dar alas a la volátil personalidad de Bernard Tomic, Benoit Paire o Fabio Fognini, reconocidos "locos del circuito" que protagonizaron episodios grotescos, en los que perdieron totalmente el norte. El caso más flagrante fue el del australiano, que llegó a intentar restar con el mango de la raqueta y afrontó su partido de dobles contra Dolgopolov como si de una comedia se tratara.

Los jugadores locales no pudieron responder al fervor de un público de Copa Davis, en algunos momentos. Roberto Carballés hizo vibrar a la grada del Estadio 2, en su duelo contra Gasquet, en el que demostró un gran coraje y a punto estuvo de llevarse la segunda manga, de no ser por un flagrante error arbitral que despertó las iras del público, sacando a relucir ese carácter castizo y chulesco más propio de la resistencia a los galos en la Guerra de la Independencia que de los espectadores en un partido de tenis.

Pablo Carreño y Albert Ramos-Viñolas merecieron más ante Simon y Tsonga, respectivamente, pero se quedaron en la orilla tras cuajar grandes partidos, mientras que David Ferrer confirmó su lenta pero inexorable decadencia, sin perder eso sí, la garra y el pundonor de los que suele hacer gala y que tanto maravillan a los aficionados.

Y se llegó a los cuartos de final sin ningún jugador español más que Rafael Nadal, avanzando el balear muy titubeante y nutriéndose más de los errores de los rivales y el aura ganadora que le acompaña, que de un juego sólido y efectivo. Le sirvió para ganar a Kuznetsov, Querrey y Sousa, pero cuando llegó un rival de altura, la triste realidad se impuso. No tuvo buenas sensaciones en todo el torneo, pero el de Manacor murió de pie, buscando argumentos con los que incomodar a Murray y despertando la admiración de los presentes por su actitud. Un buen tenis no le fue suficiente a Nadal, que requiere jugar excelso para ganar a los primeros espadas del tenis mundial en estos momentos.

Y mientras todo esto sucedía, Novak Djokovic pasaba una agradable semana, despedazando a rivales siempre con una sonrisa en la boca, y más preocupado por chapurrear unas cuantas palabras en español que le granjearan el afecto del público, que de su propio tenis. No necesitó su mejor nivel prácticamente en ningún partido, tan solo en momentos puntuales para solventar entuertos en los que él solo se metió, debido a la manifiesta superioridad que atesora en estos momentos. Andy Murray sí le forzó, pero Novak reaccionó con la suficiencia de un emperador que sofoca la rebelión de unos alborotadores.

Carla-Suárez y Paula Badosa emocionaron al público con su esfuerzo sin premioTodo fue mucho más complejo en el circuito femenino, donde las favoritas fueron cayendo como fruta madura. Radwanska, Errani, Kuznetsova, Vinci, Azarenka, Ivanovic, Svitolina, Kvitova, Keys y Kerber decepcionaron sobremanera. Unas por una actitud algo displicente, otras al tener que retirarse por molestias físicas y las demás por ser muy inferiores a rivales con un ránking netamente peor que el suyo. Destacó una nueva decepción de Garbiñe Muguruza, anclada en una espiral de inseguridad y resultados negativos.

Carla Suárez-Navarro emocionó al público con su esfuerzo sobrehumano para superar una gripe que fue su peor rival, mientras que Paula Badosa levantó a la pista central al tener que retirarse por lesión, al igual que ocurriera el pasado año, en un partido en el que estaba sorprendiendo a Cornet e ilusionando a todos los presentes.

En este mar de inseguridades, emergió imponente una Simona Halep que llegaba necesitada de un buen resultado. La rumana se sintió muy cómoda de principio a fin, y ganó el torneo cediendo tan solo un set, frente a su compatriota Irina-Camelia Begu.

Halep en 2016. Foto: eurosport.com
Halep en 2016. Foto: eurosport.com

La madurez de algo más que un torneo

Se cumplen ya quince años desde que Madrid acogiera por primera vez este evento, y no ha dejado de progresar. Es, sin duda, uno de los mejores torneos del mundo. Acoge un Masters 1000 y un Premier Mandatory simultáneamente, cuenta con con unas instalaciones realmente peculiares y ha logrado diferenciarse. Es uno de los pocos torneos en los que dos pistas pueden cubrirse con un techo retráctil, lo que otorga un gran margen de maniobra en caso de lluvia.

Resulta realmente impresionante comprobar todo lo que mueve un torneo de estas características, y lo beneficioso que es para la ciudad de Madrid; no solo en términos puramente económicos durante el transcurso del torneo, sino también como altavoz de la sociedad y cultura españolas. Y es que si hay una palabra para definir este torneo es cosmopolitismo; las buenas conexiones aéreas de Madrid con toda Europa, Asia y Latinoamérica, favorecen la llegada de aficionados de todos los rincones del globo, siendo los japoneses la gran sensación en este 2016.

Voluntarios del Mutua Madrid Open 2016. Foto: madrid-open.com
Voluntarios del Mutua Madrid Open 2016. Foto: madrid-open.com

Si algo se puede mejorar es el horario de los partidos; carece de sentido el hecho de empezar a las 12:00 y ver cómo la jornada se alarga, en muchas ocasiones, hasta más allá de la medianoche. Esto tiene unas repercusines realmente negativas en jugadores y aficionados, y da lugar a situaciones confusas como la que provocó que Juan Martín Del Potro se fuera realmente ofuscado, al tener que jugar su partido ante Sock en la pista 6 y terminarlo más allá de la 1:00 de la madrugada, cuando estaba programado para que se disputara en el Estadio 2.

Poco que decir respecto a los profesionales y voluntarios que han hecho de la Caja Mágica su segundo hogar durante diez intensos días. Profesionalidad y amor por este deporte que poco a poco, van contagiando a un público aún con margen de aprendizaje. Y es que el contraste entre los espectadores que copan las pistas secundarias con los que acuden a la central con el tenis como último interés, es más que notable. Como cada año, la recurrencia de palcos dota de cierta frialdad al Estadio Manolo Santana, mientras que el público general pierde algo los papeles cuando un tenista español está en liza. En todo caso, la situación ha mejorado notablemente respecto a otros años, siendo la reconciliación con Djokovic la mejor de las noticias.

No, hoy no toca ir a la Caja Mágica. Pero el mejor consuelo, es que ya queda un día menos para volver a hacerlo. Será en 2017, y se tendrá la responsabilidad de dar continuidad al magnífico trabajo realizado este año.

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Sobre el autor
Diego Jiménez Rubio
Fui Coordinador General de Más Deportes y Viajes, y miembro del Consejo de Dirección de VAVEL España. Me encanta comunicar mi pasión por el turismo y el deporte, y hacerlo con responsabilidad y profesionalidad.