Rafael Nadal cayó sorprendentemente en cinco sets en los octavos de final del US Open a manos del joven tenista francés Lucas Pouille en un show digno del Grand Slam neoyorkino. Más allá de la tremenda batalla disputada bajo el sofocante calor de la Gran Manzana y del más que sobresaliente nivel de tenis mostrado por parte de ambos tenistas, llama especialmente la atención el hecho de ver que el jugador manacorí no es capaz de llevarse el gato al agua en partidos igualados.

Con Fognini empezó todo

4 de septiembre del 2015, segundo turno de la sesión nocturna, pista Arthur Ashe del complejo neoyorkino de Flushing Meadows. Todo el público presente iba a asistir a un auténtico duelo de titanes que iba a pasar a formar parte de la historia del tenis: Rafael Nadal se medía a una de sus bestias negras en el presente curso, el siempre impredecible, pero talentoso italiano, Fabio Fognini, en la tercera ronda del US Open.

El jugador italiano había vencido al español en los dos encuentros previos, curiosamente en dos ATP 500; primero en Río de Janeiro, donde Nadal llegó a ir 6-1 y 1-0, pero al final acabó cediendo en la tercera manga, y después en Barcelona, en casa de Nadal, en otro mal encuentro por parte del español que aún no estaba recuperado del todo después de su falta de ritmo y nivel físico.

En Nueva York, todo pintaba de cara para Nadal y para poner un punto y aparte a la mala racha respecto a Fognini, pero todo se acabó torciendo incomprensiblemente. Tras ir dos 2-0 sets a favor y 3-2 con break en el tercer set, Nadal decayó estrepitosamente en todos los sentidos y Fognini lo aprovechó para realizar una remontada épica que quedará guardada para los anales de la historia, pues esa derrota de Nadal significaba poner fin a una histórica racha de levantar, al menos, un Grand Slam durante diez años, récord en la Era Open.

Un Nadal cabizbajo, con las manos en una cara cariacartonada, totalmente derrotado y hundido, abandonaba el US open 2015 sin saber qué había pasado. Nadie podría pensar que este partido, durante los próximos meses, sería el punto de partida de la maldición de Rafa Nadal en encuentros ajustados.

Nadal y Fognini en US Open 2015. Foto: zimbio
Nadal y Fognini en US Open 2015. Foto: zimbio

Verdasco firma una durísima derrota en Melbourne

Era sin duda alguna el partido más atractivo de la primera ronda. La pista Rod Laver Arena se vestía de gala para deslumbrar otro frenético y espectacular choque de trenes entre Rafa Nadal y Fernando Verdasco. El madrileño, que no olvidó aquella derrota en 2009 en las semifinales de este mismo escenario en cinco mangas y más de cinco horas de duarción, haciendo un tenis sencillamente brutal, tuvo el placer de tomarse la venganza de aquel encuentro fraticida firmando así una de las derrotas más duras de asmiliar en la carrera de Rafael Nadal.

Nadal, que pese a ceder el parcial inicial en tie break, no se vino abajo en ningún momento y logró darle la vuelta a la complicada sitaución colocándose con dos sets a uno a su favor. Sin embargo, a mediados del cuarto set, con Verdasco por delante y Nadal a la contra, se desató un sensacional intercambio de golpes en donde el mallorquín tiró de épica para revertir la situación, aunque elló no evitó que Verdasco se adjudicase la cuarta manga.

En el quinto y definitivo set, se observó, a la par que sencillo, un lujoso, inconmensurable y grandioso tenis de Fernando Verdasco que aprovechó la pérdida de consistencia del balear. Saques y golpes ganadores a más de 200 kilómetros por hora, remontaron un 0-2 inicial para sumar seis juegos consecutivos y derrotar de una manera simplemente espectacular a Rafa Nadal en la primera ronda del Open de Australia, algo que sucedía por segunda vez en un Grand Slam cuando en Wimbledon 2013, el belga Steve Darcis, también repitiera épica. Segunda vez en donde Rafa flaqueaba en un igualadísimo partido.

Se repite la historia en los Juegos Olímpicos

El mallorquín aterrizó en Río de Janeiro tras haber estado en el dique seco desde Roland Garros, torneo que abandonó por problemas en la muñeca. La noticia pilló a todos por sorpresa, y no fue hasta en la capital de la ciudad brasileña, cuando Nadal reaparecería. El balear alcanzó las semifinales tras remontar un set adverso ante Bellucci en cuartos de final y tras proclamarse campeón olímpico junto con Marc López en los dobles venciendo a los rumanos Florin Mergea y Horia Tecau.

En la penúltima ronda, un renacido Juan Martín Del Potro que obligó a despedirse entre lágrimas al mismísimo Novak Djokovic en la primera ronda. Pese a llevar una maratón encima de partidos, parecía no había cansancio para un Nadal que volvió a brindar, junto al argentino, un tenis de auténtico vértigo. La muñeca maltrecha de Nadal cumplió notablemente y permitió al español realizar su juego. Pese a empezar mal, Nadal le dio la vuelta a la tortilla y se sobrepuso al mal inicio y a las continuas bombas con la derecha del argentino para llevarse el primer set.

Del Potro aprovechó las más mínima oportunidad en el segundo set para forzar el definitivo parcial en donde en sus momentos finales se vivió algo sencillamente legendario. Nadal sacó su inconmensurable carácter de gladiador para romper el servicio de Del Potro cuando sacaba 5-4 el argentino para ser finalista. Después, salvó un 0-40 para llevar un tercer set al tie break. En el desempate, el español logró lo imposible, salvar pelotas de partido al servicio de Del Potro, y al saque después, otra vez volvieron los fantasmas. Con 6-5 en contra, Nadal realiza un punto perfecto y logra que se le quede una bola franca; el mallorquín se cubre el revés para atacar de derecha, pero incomprensiblemente, lanzó el drive fuera de los límites del campo.

En el consuelo de la lucha por el bronce ante Kei Nishikori, más de lo mismo. Nadal, con un set adverso y dos breaks de desventaja en la segunda manga, sacó fuerzas de donde ya apenas quedaban para escalar un auténtico Everest y llevar, un encuentro abocado a decidirse en dos sets, hasta el tercer parcial. Pero una vez más, en otro encuentro ajustado, Nadal cedió, aunque bien es cierto que el tremendo derroche físico de tantos partidos en tan pocas horas y los más de 10 minutos que se detuvo el encuentro entre el segundo y tercer set por ausencia del japonés, tuvieron mucho que ver.

Un descarado francés confirma los problemas de Nadal

Y tras una contundente derrota en Cincinnati ante Borna Coric, llegó el US Open, la última cita de gran importancia, junto con la Copa de Maestros a finales de año. Era el momento de Nadal en poder hacer algo grande en un Grand Slam desde Roland Garros 2014, año donde se alzó campeón, y mucho más viendo que un lesionado Milos Raonic, por su mismo lado del cuadro, había cedido ante el local Ryan Harrison.

Antes de jugar los octavos de final, Nadal había hecho un tenis muy aceptable en las tres rondas previas. Su rival en la cuarta ronda, Lucas Pouille, había hecho galas de maestro del escapismo tras remontar dos sets al suizo Marco Chiudinelli en segunda ronda, partido donde restó para no perder, y también ante Roberto Bautista en la tercera. El galo es un jugador peligroso, muy completo, de un servicio que goza de una gran potencial y una derecha y un revés capaz de realizar un contraatque en cualquier momento.

Nadal se vio sorprendido y poco pudo hacer, más allá de ser algo más agresivo, ante el descarado primer set que realizó Pouille en donde cuajó un tenis de muy altos quilates. El bajón del galo fue evidente y el balear comenzó a jugar su tenis, pero Pouille revivió nuevamente en el tercer set y se aprovechó de un mal inicio de Nadal para volver a mandar en el marcador.

Nadal en US Open 2016. Foto: zimbio
Nadal en US Open 2016. Foto: zimbio

En el cuarto set, la intensidad del duelo aumentó y los momentos de dramatismo y de tensión comenzaron a aflorar. Dos dobles faltas de Nadal, pusieron a Pouille con 0-30, que previamente había sacado adelante un complicado servicio. El público animó a Nadal y el mallorquín respondió logrando cuatro puntos consecutivos y ganar su saque. Esto afectó a Pouille que decayó muy considerablemente y Nadal lo aprovechó.

Nadal volvió a invocar a los fantasmasEl balear forzó el quinto y definiitvo set y viendo cómo transcurrían los siguientes minutos, la maldición del quinto set y de los encuentros ajustados, parecía tener fin, pero el propió Nadal invocó de nuevo a los fantasmas. El catorce veces campeón de Grand Slam inició como un ciclón el final de la batalla aprovechándose así del notable desgaste físico del tenista galo, pero al acercarse los momentos de más tensión, Nadal volvió a dar muestras de flaqueza y de debilidad.

Pouille, que pasito a pasito se mantuvo a la espera, cuando vio oportunidad de seguir en la lucha, no dudó en meterse de lleno nuevamente en el partido y sembrar así las dudas en la raqueta empuñada por el ex número uno del mundo. El definitivo set desembocó en un desempate que llevó exactamente el mismo guión que el de Del Potro en los Juegos Olímpicos. Nadal, a la contra, salva tres pelotas de partido y en el cambio de lado, otro punto jugado magníficamente por parte del español. Pouille deja una bola a media pista increíblemente fácil y Rafael estrelló la derecha contra la red enterrando así sus opciones de seguir avanzando en el torneo neoyorkino.

Llamativamente, otro cuatro de septiembre, en el mismo Grand Slam, en el mismo complejo tenístico, en el mismo escenario, Rafa Nadal se deja remontar otro partido a cinco sets y fallando en los momentos claves, algo que el Nadal de antes no hacía, no perdonaba. Y es que Rafa ahora mismo, en partidos igualados, ha pasado de ser ese tenista tan peligroso y tan temido que aprovechaba los momentos de dudas de sus rivales, a conceder segundas oportunidades.

La época dorada del tenis masculino ha comenzado su etapa para poner el punto y final y nadie se da cuenta de este proceso. Es ley de vida que los Pouille, Thiem, Zverev, Carreño, etc... tienen que ser los siguientes en suceder del Big 4 y los que empiecen a tomar el mando. Federer ha sido el primero, Nadal está siendo el segundo. ¿Quién será el próximo?