La expectación era máxima y se vaticinaba una batalla que se antojaba histórica. Del Potro encarna aquello de lo que todo ser humano se enorgullece; nada como una historia de superación personal, estar al borde del abismo y renacer. En el momento en que esta situación es vivida por algún deportista, éste alcanza la concepción de mito y es apoyada incondicionalmente por los aficionados, que ya no ven posible el término medio. El resurgimiento debe acarrear la gloria.

Sin embargo, Wawrinka se encargó de mantener con los pies en la tierra al argentino, y lo hizo asumiendo con entereza y ya costumbre su papel de verdugo. No es un tipo especialmente querido por el gran público el de Lausana, pero su historia guarda una lucha atroz contra sí mismo y sus miedos, plasmada en su piel en forma de tatuaje. Ese dibujo en la piel exonera a Stan a luchar por lo que quiere cueste lo que cueste, y tras un año titubeante, el helvético tiene serias opciones de adjudicarse el que sería el tercer Grand Slam de su carrera.

Del Potro se desfondó ante la solidez de Wawrinka

Las dos primeras mangas del partido fueron lo más parecido a una alegoría a este deporte que se puede hacer. Hubo de todo: golpes ganadores imposibles, intercambios interminables, batalla táctica y psicológica por explotar los puntos débiles del rival, saques, restos, voleas, dejadas. Fue un espectáculo auténtico, real, donde también tuvieron cabido los enfados y las decepciones.

Juan Martín Del Potro en US Open 2016. Foto: zimbio
Juan Martín Del Potro en US Open 2016. Foto: zimbio

La primera de ellas fue para Juan Martín. El tandilense era consciente de la importancia que tenía adelantarse en el marcador, a sabiendas de que su condición física aún está falta de rodaje en partidos maratonianos. Estuvo muy cerca de ello pero se le acabó escapando en un tiebreak en el que Wawrinka hizo magia.

Reaccionó de manera encorajinada Del Potro, buscando su derecha con desesperación y encontrando el punto dulce en todos sus golpes. Sorteó una bola de break y salió reforzado psicológicamente, logrando tomar la iniciativa en el marcador. Equilibró el marcador y abrió un paradigma de épica que Wawrinka se encargó de diluir.

Wawrinka parece favorito ante Nishikori

Y es que el suizo tuvo un tremendo aplomo mental. Salió a tumba abierta desde los primeros compases del primer set y aprovechó una de las cuatro bolas de break de las que dispuso. La tensión era máxima en una Arthur Ashe que vio cómo Del Potro comenzaba a moverse más lento y sus derechas perdían mordiente. El suizo caminó libre y sin ataduras hacia una victoria que le devuelve la confianza perdida progresivamente en lo que va de temporada, y le otorga la licencia de segundo máximo favorito al título.