Es casi un milagro que siga jugando pero si lo hace es porque continúa siendo una tenista temible. Venus Williams se encuentra en el top-15 del ránking mundial con la friolera de 36 años, ganó un título esta temporada como fue el de Kaohsiung, llegó a la final de otro, Stanford, y se presentó en todas unas semifinales de Wimbledon. Ese es el aval para continuar en liza pero no es suficiente para la estadounidense, que quiere más.

Con ese objetivo se presenta en Hong Kong tras pasar un mes lamiéndose las heridas del esfuerzo realizado durante el verano. Derrotada a las primeras de cambio en Wuhan y ausente en Pekín, éste torneo se erige en la última oportunidad para que Venus se meta de nuevo en la lucha por las WTA Finals pero, sobre todo, cierre el año con otro título en su haber.

Venus estuvo imparable

La estadounidense cuajó un excepcional partido en primera ronda, en el que salió decidida a evitar problemas de toda índole. Fue muy superior en los momentos cumbre, sabiendo jugar ante la siempre correosa Risa Ozaki. No se precipitó a la hora de atacar las bolas cortada y flotantes de la nipona, que se vio desamparada ante su incapacidad por sacar a Venus de su zona de confort.

Aguantó el tipo en el primer set, más por los errores de la estadounidense que por sus aciertos, pero en cuanto la mayor de las Williams se centró con el servicio, ya fue imparable. Salvó tres bolas de break a la nipona en los compases iniciales del segundo set, que acabaron por echar por tierra toda esperanza para Ozaki.

La siguiente rival de Venus en su carrera hacia el título será Alize Cornet, una jugadora que llega en muy buen momento de forma tras su regreso a las pistas hace meses tras una lesión. La francesa está recuperando su mejor versión, como ya se vio en Pekín donde se plantó en octavos de final y cayó ante Yaroslava Shvedova.