No es especialmente alto ni potente, carece de un golpe definitivo y no se erige en el jugador más carismático y expresivo en pista, pero eso no hace más que realzar el mérito de lo que está haciendo Roberto Bautista. Con la humildad y el trabajo por bandera, el castellonense se está convirtiendo en uno de los jugadores más regulares del circuito. Asentado en el top-20 en las últimas temporadas, Bautista no se arredra ante las mareantes cifras que iluminan su palmarés durante 2016: 65 partidos disputados, con un balance de 46 victorias y tan solo 19 derrotas.

Los dos títulos en su haber no hacen más que sacar brillo a un año ya de por sí dorado. Y es que sus derrotas vienen contra jugadores mejor que él en el ranking o con una proyección ascendente, como Khachanov, Pouille o Edmund. Precisamente los dos últimos habían dejado un regusto amargo en Roberto, que se está tornando en dulce manjar a tenor de su rendimiento en el Masters 1000 de Shangai.

Bautista, cerca de la perfección

Cuando se habla de Roberto siempre es por lo que hace dentro de la pista. Su ética de trabajo se acerca al ascetismo y solo se explica por su pasión desmesurada por el tenis. Así se trasluce en cada uno de sus golpes, en su actitud sobre la pista y en la manera de afrontar los momentos complicados. No los tuvo ante un Troicki que no vio huecos al otro lado de la cancha.

El español jugó con un alto porcentaje de primeros saques (68%)

Y es que Roberto movió de un lado a otro y de manera inmisericorde al serbio, despojado de la iniciativa en el punto y relegado a varios metros por detrás de la línea de fondo. Ni siquiera encontró el balcánico un aliado en el servicio, viendo cómo la intensidad de piernas de Bautista le generaba la friolera de doce bolas de break. Aprovechó cuatro de ellas, dejando en anécdota la pérdida del servicio en la segunda manga.

Triunfo de prestigio para un Bautista que ha sabido adaptarse a los estilos de sus rivales durante el torneo (Tomic, Fritz y Troicki), y que habrá de volver a reinventarse para batir a un Jo-Wilfred Tsonga repleto de confianza. El de Le Mans llega tras ganar a Alexander Zverev por lo que será un rival realmente complejo. Sin embargo, el aplomo del castellonense transmite la sensación de que está capacitado para cualquier desafío.

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Sobre el autor
Diego Jiménez Rubio
Fui Coordinador General de Más Deportes y Viajes, y miembro del Consejo de Dirección de VAVEL España. Me encanta comunicar mi pasión por el turismo y el deporte, y hacerlo con responsabilidad y profesionalidad.