Es una jugadora única. Mónica Niculescu podrá tener un estilo que guste o no, que resulte anacrónico o incluso que pueda ser criticado por los más fervientes defensores del tenis de ataque, pero lo que nadie puede poner en duda es el mayúsculo talento de la jugadora rumana, que con sus armas bien definidas, es capaz de ganar casi a cualquiera.

Niculescu disputará la tercera final de su carrera, sin ostentar ningún título en su palmarés

Sus estrambóticos golpes de derecha cortada se erigen en un arma muy afilada para una rival que no esté plenamente concentrada y tenga paciencia, y Kiki Bertens no cumplió con esas prerrogativas. A sus 29 años, la rumana está en un gran momento de forma y quiere certificarlo con un título de alto nivel, que hasta el momento se le ha resistido.

Bertens se precipitó en sus ataques

Jugar contra Niculescu es tremendamente difícil a nivel mental. Toda tenista con cierta potencia en sus golpes se siente dominadora, al ver cómo puede entrar en pista y mover de lado a lado a la rumana. Sin embargo, si la concentración y frescura de piernas e ideas no es enorme, cualquier puede quedarse atrapada en la maraña tejida por Niculescu.

La rumana sabe defenderse, y lo que es más importante, sabe contraatacar. Empleó con maestría los cambios de ritmo, las jugadas en la red, las dejadas, los globos...en definitiva, un completo repertorio de golpes que volvieron loca a una Bertens acostumbrada al pim pam pum. La holandesa acabó desquiciada al encontrar numerosos errores en sus ataques y ver cómo su aparente dominio sobre la pista no se materializaba en el marcador.

Triunfo de mucho mérito para la rumana, que sigue obcecada en encontrar el título que de brillo a su palmarés, y demuestre que en el tenis aún hay cabida para las románticas de este deporte y su estilo de juego tan peculiar.