Poco a poco 2016 se va terminando, las horas se van descontando y la aparición de las luces y árboles navideños dejan un resultado por delante: el fin de una temporada para que en breves e ponga en marcha otra. Como no podía ser de otra manera, cuando una campaña baja su telón se debe hacer un balance, con las luces y sombras que ha deparado la temporada, pero que por encima de todos los tenistas que han tomado partida en algún partido durante la campaña el que más se ha lucido ha sido el británico Andy Murray, sometiendo al resto de contrincantes a un dominio aplastante, sobre todo en los últimos torneos del curso para llegar a destronar al serbio Novak Djokovic del primer puesto del ránking ATP, algo que en verano de 2016 parecía impensable en ningún momento.

De Oceanía a la Copa Davis con el fracaso de los Masters 1000 en Estados Unidos

Las emociones prometían ser fuertes en los primeros compases del año, y es que sin disputar ningún torneo previo al primer Grand Slam del curso, Andy Murray hacía acto de presencia en el Open de Australia para salir por la puerta grande, llegando a la final del torneo, ronda en la caería frente al serbio Novak Djokovic por 1-6, 5-7 y 6-7 (3). Las buenas sensaciones que mostraba el británico en la primera gran cita de la temporada se mantendrían días después con la aparición de la Copa Davis, y es que teniendo la responsabilidad de defender el título conquistado en 2015, Murray defendía los colores de su país contra Japón, obteniendo los dos puntos de individuales al doblegar sin mayores problemas a Taro Daniel por 6-1, 6-3 y 6-1 y tener que sufrir lo que no estaba escrito ante Kei Nishikori, a quien vencía por un apretado 7-5, 7-6 (3), 3-6, 4-6 y 6-3, en un partido que será recordado durante mucho tiempo en la competición copera.

Una auténtica debacle para Andy serían los Masters 1000 americanos, en Indian Wells y Miami, cayendo el británico en tercera ronda en ambos, primero frente al argentino Federico Delbonis por 4-6, 6-4 y 7-6 (3), y después ante el búlgaro Grigor Dimitrov por 7-6 (1), 4-6 y 3-6. Como los buenos tenistas, el hecho de haber caído rápidamente en algún torneo no hace que su siguiente compromiso corra el mismo resultado, sino que resurge de sus cenizas para rendir a gran nivel. La tierra batida daría un aire nuevo a Murray, que llegaba al Masters 1000 de Montecarlo con confianza, cayendo en las semifinales ante el español Rafael Nadal por 6-2, 4-6 y 2-6, quedando también a las puertas del título en el Mutua Madrid Open, donde en este caso sucumbía en la final ante el poderío de Novak Djokovic por 2-6, 6-3 y 3-6.

La tierra batida deja sonrisas y lágrimas para un Murray que no daría respiro sobre la hierba

La gloria le llegaría sobre arcilla a Andy en el Masters 1000 de Roma, donde se cobraría la revancha ante el propio Djokovic por 6-3 y 6-3, pero en el último gran evento de tierra del curso, Roland Garros, la historia estaría reservada para Novak Djokovic, que conseguía pasar por encima de Andy Murray por 6-3, 1-6, 2-6 y 4-6. De un extremo al otro, Murray pasaba en pocos días de estar compitiendo sobre tierra batida a estar luchando sobre la hierba del Aegon Championships de Londres, cita en la que conquistaba el título al doblegar a Milos Raonic por 6-7 (5), 6-4 y 6-3, cerrando el círculo de conquistas sobre el verde en el tercer Grand Slam del curso, Wimbledon, cita en la que accedía a la gran final para verse las caras por segunda vez en menos de un mes con el canadiense Milos Raonic, a quien conseguía vencer por 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (2).

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, al ser un evento que se produce cada cuatro años y que la posibilidad de ganarlo es reducida por la poca cantidad de citas olímpicas en las que puede tomar partida un tenista hacía que Andy Murray llegara a la ciudad brasileña con ganas e ilusión, dejando por el camino a Viktor Troicki, Juan Monaco, Fabio Fognini, Steve Johnson, Kei Nishikori y por último, pero no por eso más fácil, en la gran final tenía que vencer a Juan Martín del Potro para llevarse la medalla de oro con un marcador de 7-5, 4-6, 6-2 y 7-5. Conseguir triunfar en todos los torneos en los que comparece es algo complicado a todas luces, sobre todo para un tenista como Murray que absorbe un amplio desgaste físico y mental con el paso de los meses, teniendo que conformarse con ser finalista en el Masters 1000 de Cincinnati al ser superado por Marin Cilic por 4-6 y 5-7. Cerrando el círculo de Grand Slams, Andy Murray tomaría partida en el US Open, evento en el que tan solo era capaz de llegar a cuartos de final perdiendo frente a Kei Nishikori por 6-1, 4-6, 6-4, 1-6 y 5-7.

Soñado final de año con un espectacular número uno

La Copa Davis sería la gota que colmaría el vaso de malos resultados. Murray haría los deberes como era de esperar frente a Guido Pella al imponerse por 6-3, 6-2 y 6-3, pero en el partido decisivo de la eliminatoria contra Juan Martín del Potro, la estrella de Dunblane no lograría dar la talla, al caer por 4-6, 7-5, 7-6 (5), 3-6 y 4-6. Dejando a un lado el mal sabor de boca de la competición copera, Murray cambiaba de tercio al dirigirse hasta ni más ni menos que el China Open, donde alzaba el título de campeón al imponerse al búlgaro Grigor Dimitrov por 6-4 y 7-6 (2), continuando con las buenas sensaciones en Asia en el Masters 1000 de Shanghai, donde el británico daba la talla al conquistar el trofeo frente al español Roberto Bautista por 7-6 (1) y 6-1.

De vuelta a Europa, los torneos menores volverían a aparecer en el calendario de un Andy Murray que poco a poco iba encarando la lucha por el número uno con mayor decisión, saliendo del ATP 500 de Viena con el título bajo el bolsillo al imponerse al francés Jo-Wilfried Tsonga por 6-3 y 7-6 (6). Como penúltimo torneo de la temporada, Murray tenía ante sí la posibilidad de conquistar no solo un título más, sino de colocarse como número uno del ránking ATP, algo con lo que había soñado desde pequeño, y en el Masters 1000 de París-Bercy llegaría a la final sin mayores problemas para que frente al americano John Isner ganara por 6-3, 6-7 (4) y 6-4.

A pesar de todo, el hecho de colocarse en primera posición no sería definitivo, y es que Andy Murray tendría que defender su nuevo lugar en el ránking en la última cita de la campaña, el Torneo de Maestros de Londres. En el 'Round Robin' daría cuenta de Marin Cilic, Kei Nishikori y Stan Wawrinka, para a continuación conseguir doblegar en semifinales a Milos Raonic y llegar a la gran final para vivir la madre de todas las batallas contra el serbio Novak Djokovic. Más que un partido, más que un título en juego, terminar la temporada como número uno de por medio y el 02 Arena vestido de gala para la cita. Todos los alicientes se juntaban, y con los nervios a flor de piel la gloria caía en manos de Murray, que triunfaba por 6-3 y 6-4 para cerrar el 2016 como mejor tenista del curso, algo labrado a base de esfuerzo y mucho trabajo en los últimos meses de la temporada.

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Sobre el autor
Diego Blanco Taladriz
Gijón. Moderador de contenidos de VAVEL. Coordinador en las secciones de Tenis y Ciclismo. Puedes leer mis opiniones en @DiegoBlanco93 | E-mail de contacto: [email protected]