Es cierto que cuando hacemos referencia al tenis femenino español nos vienen nombres como el de Garbiñe Muguruza o Carla Suarez, pero es necesario recordar que existen multitud de jugadoras con garra en otros sectores de la tabla de la WTA no tan visibles. Es el caso de la alicantina Silvia Soler Espinosa, que a sus 29 años ocupa el puesto 128 del circuito profesional femenino.

A pesar de todo, el puesto 54 fue su mayor logro el 21 de mayo de 2012, finalizando el año mucho más por debajo posteriormente. Su principal característica como profesional radica en haber alcanzado una correcta continuidad cerca del límite con las cien mejores jugadoras de la WTA.

Desde su paso a profesional en 2006 ha cosechado cinco títulos individuales del circuito femenino de la ITF (segunda división del tenis femenino profesional). El último ha caído esta temporada en Roma, donde accede a la final del torneo y se embolsa la victoria ante su compatriota Laura Pous-Tio. Es necesario mencionar que todas sus rivales a lo largo del cuadro no llegaban al nivel de Soler, pero este fue una de las recompensas más reconfortantes después de una deficiente temporada.

Este ciclo solo ha disputado oficialmente el Abierto de Francia, debido a que en los Grand Slam de Melbourne, Nueva York y Londres no pudo clasificarse en las rondas previas. En París solo jugó la primera ronda, siendo esta la peor marca en el torneo desde su estreno hace cinco años.

Aunque ha levantado el ITF de Roma la temporada ha sido rotundamente mala, con un balance de 27 victorias y 30 derrotas y quedándose a las puertas de los torneos. Quizás aspectos como su final en el Abierto de Bogotá con la estadounidense Irina Falconi (2-6, 6-2 y 4-6) o las semifinales en el ITF de Saint Malo salvaguardan ciertamente la imagen de la de Elche.

Algo de luz frente a la sequía

La barcelonesa Laura Pous-Tio no fue rival para la tenista ilicitana Silvia Soler, que se hizo con su quinto título ITF en la ciudad italiana de Roma por un resultado de 2-6, 6-4 y 7-5. Esta noticia supuso una nueva gran alegría para la 128 del ranking femenino mundial, que no veía en su vitrina ningún título individual desde el torneo de Sofía de 2011. Esta final supuso la número treinta de su carrera.