Partiendo como el cabeza de serie número nueve del Open de Australia, Rafael Nadal comparecía en Melbourne después de haber caído en los cuartos de final de Brisbane, llegando con ganas e ilusión al primer Grand Slam de la temporada, donde en primera ronda conseguía dejar en el camino al alemán Florian Mayer por 6-4, 6-3 y 6-3, mostrando una importante solidez en su juego que se mantenía días después frente al chipriota Marcos Baghadtis, a quien el balear doblegaba por un cómodo 6-3, 6-1 y 6-3, clasificándose por tanto para la tercera ronda del torneo australiano. En su tercer partido Nadal tenía que verse las caras ni más ni menos que con el alemán Alexander Zverev, cabeza de serie número veinticuatro del torneo, que acudía a la cita con el tenista español después de haber sido capaz de dejar en la cuneta al holandés Robin Haase por un apretado 6-2, 3-6, 5-7, 6-3 y 6-2, y al estadounidense Frances Tiafoe por 6-2, 6-3 y 6-4.

Zverev comienza mandando

El duelo estaba servido en la pista Road Laver Arena, entre uno de los mejores tenistas de la historia y una de las jóvenes promesas que dará mucho que hablar en el futuro si continúa con su profesión. Y las emociones serían fuertes. No podrían comenzar mejor las cosas para Zverev, y es que el tenista alemán a las primeras de cambio obtenía una bola de rotura que aprovechaba para irse hasta el 1-0, consolidando a continuación el quiebre con su saque para subir el 2-0 al electrónico y disponer de la primera ventaja del partido. Yendo en todo momento a remolque, ni mucho menos iba a poner las cosas fácil Nadal, que se mantendría en el partido con intensidad, algo que contrarrestaba Alexander con buen juego, y sobre todo, mucha solidez al saque, impidiendo por tanto que el mallorquín fuera capaz de recuperar el quiebre sufrido anteriormente. Sin problema alguno conseguiría llegar Zverev hasta el 5-4, donde tendría la responsabilidad de cerrar la primera manga con su servicio, algo que lograría el alemán en su segunda tentativa por 6-4.

Tras no jugar ni mucho menos a su mejor nivel durante la primera manga, Nadal salía mentalizado a pista de que tenía que mejorar si quería poder superar el compromiso que tenía por delante, por lo que después de un juego de tanteo para el casillero de cada tenista, daría paso a una subida de nivel del mallorquín, logrando el noveno cabeza de serie del torneo quebrar el servicio de Zverev en el cuarto juego del segundo parcial, y después de consolidar el quiebre tener un cómodo 1-4 desde el que afrontar con garantías de llevarse el segundo acto cogía fuerza. Con todo a favor, y un break de por medio, remontar a Rafa cuando está jugando con solidez es muy complicado, y eso mismo se encontraría en su camino Alexander, no pudiendo el alemán hincar el diente a su contrincante, llegando así Nadal hasta el 3-5, donde sin problema alguno cerraba el segundo parcial el español por 3-6 para igualar la contienda.

La muerte súbita sonríe a Zverev, pero despierta a Nadal, y con el mallorquín en plena forma hondear la bandera blanca fue la única solución para Alexander

Espadas en todo lo alto. Con un parcial para cada tenista, la tercera manga sin duda alguna se convertía en vital para las aspiraciones que Nadal y Zverev tenían de cara al triunfo. La igualdad sería máxima, las oportunidades de quiebre brillaban por su ausencia, y con ello los saques de ambos tenistas se sacaban hacia delante sin mayores problemas, mostrando peloteos interminables que hacían llegar el tercer parcial hasta el 5-5, donde se empezaría a jugar la parte más importante de la manga.

El primero en conseguir sacar hacia delante su juego sería Alexander, que como mínimo se aseguraba el tie break, traspasando la presión a Rafa, quien aprovechaba los errores de su rival para subir el 6-6 al electrónico y forzar la muerte súbita. En el desempate no habría muchas diferentes, logrando ambos seguir la estela de su contrincante hasta llegar al empate a cinco, produciéndose un error de Nadal y un golpe ganador de Zverev que entregaban el tie break al alemán por 7-5, y por tanto se hacía con el tercer parcial por 7-6 (5).

Estaba contra las cuerdas, necesitaba reaccionar sí o sí Nadal para mantenerse con vida en el Open de Australia. Y vaya si lo hizo. El mallorquín no quería caer antes de llegar a la segunda semana del torneo australiano, tirando de épica el mallorquín para comenzar el cuarto parcial quebrando de inicio el servicio de su contrincante para ir raudo y veloz hasta el 0-3, con una importante ventaja que administrar de ahí en adelante. Tal y como ya ocurriera en el segundo parcial que se anotó Rafa, una vez se pone por delante el español no hay quien le tosa al resto, y eso lo volvió a padecer con resignación Zverev, quien veía como su ventaja de dos parciales a uno estaba muy cerca de esfumarse. Nadal llegó rápidamente hasta el 3-5, y ahí aprovechó para cerrar con puño de hierro el cuarto parcial por 3-6. La contienda estaba igualada, dos sets por cabeza y mucho que ganar en el quinto y definitivo set que entregaría la victoria final para Rafael Nadal o Alexander Zverev.

Los calambres condenan a Zverev

Quinto set. O lo que es lo mismo, un tenista pasa de ronda y el otro pone rumbo a su casa. Pues esta realidad es la que obligó a Zverev y Nadal a dar todo lo que tenían en su depósito, siendo capaz el tenista mallorquín de quebrar el servicio de su contrincante a las primeras de cambio para irse hasta el 0-2 con comodidad. Pero no habría dicho su última palabra ni mucho menos Alexander, que agotaba su físico rompiendo el servicio del mallorquín para colocar el 2-2 en el marcador, el último juego que se anotaría Zverev, aquejado de ahí en adelante por unos continuos problemas físicos propios de la intensidad del encuentro y que llevarían a Nadal hacia el triunfo viento en popa.

Aprovechando que su rival no estaba en las mejores condiciones, Rafa sacó de su chistera la mágica técnica del 'parabrisas', la cual contiene en mover de un lado a otro de la pista al rival para obtener quiebres de forma continuada, siendo el mallorquín capaz de romper el servicio de Zverev llegando así hasta el 2-5, donde cerraba el quinto parcial por 2-6, celebrando con rabia la victoria conseguida por 6-4, 3-6, 7-6 (5), 3-6 y 2-6 después de ni más ni menos que cuatro horas y cinco minutos de partido. El siguiente escollo que tendrá en su camino Rafael Nadal será el francés Gael Monfils, ya en la segunda semana del torneo australiano.