Después de un inicio de temporada con luces y sombras, llegaba al primer torneo de tierra batida con ganas de demostrar el número ocho del mundo que su semifinal de RG del año pasado no fue un espejismo. Tras llegar a este partido sin dejar ni un solo set en contra, las sensaciones eran buenas pero sin demasiados alardes en su juego.

El primer set fue un monólogo de Thiem dejando a Albert Ramos sin ganar ningún juego con su saque y con muy malas sensaciones desde la línea de fondo, dedicándose a únicamente devolver la bola ya que Thiem mandaba en cada peloteo a través de golpes con altura provocando a Ramos que tuviese que buscar esa altura que no encontraba, sin apenas ganadores y con más errores del rival acababa el primer set.

Ramos no se encontraba, pedía explicaciones a su entrenador ya que el tenis empleado a lo largo de la semana se lo había dejado en vestuarios. Muchos errores, un saque inofensivo y que el austriaco tenía claro que su tenis iba a ser simple. De vez en cuando, ganadores con su revés, que hoy si le funcionaba pero sin apenas riesgos en sus golpes.

El inicio de la segunda manga tenía el mismo argumento que el primero. Rotura de saque de Dominic, sin cambiar las pautas del juego de cada uno. A un lado, uno intentaba resistir las bolas altas con mucha altura y en el otro lado un Thiem golpeando al centro de la pista de Río derechas esperando el fallo rival..que solía llegar después de tres o cuatro golpes a lo largo del punto.

Con 3-1 en el set, parecía que Albert estaba al borde ya del abismo pero empezaba a encontrarse desde que ganaba su primer juego al servicio. Se daba ánimos y pedía cabeza, poco después conseguía un break empatando la manga a cuatro. El segundo cabeza de serie del torneo, empezaba a mostrar nerviosismo, fallando golpes a priori, sencillos pero fue un espejismo.

Thiem rompía el servicio para poner el 5-4 y poco después cerraba el pase a su undécima final como profesional, primera del año, y su segunda final en torneos ATP500. Su rival en la final de mañana saldrá en el partido entre el español Pablo Carreño y el joven noruego de 18 años que puede hacer historia metiendose en la final de un torneo ATP como el más joven de la historia, Casper Ruud.