Sangre, garra, potencia, agresividad, nunca des por muerto a un uruguayo. Emotivo, con clase, con calidad, luchando el partido, discutiendo apasionadamente con el juez de silla, con la mirada directa al corazón de su país. Este viernes Pablo Cuevas, logró parte de un objetivo, meterse en una semifinal de un master 1000, es parte del objetivo, porque tiene hilo en el carretel para seguir hacia adelante.

Control alemán

El alemán jugó un muy buen primer set apoyado en su tremendo servicio con el que tuvo una efectividad de 94 por ciento y atacando al uruguayo en el momento oportuno. Zverev, en el cuarto juego del primer set, aprovechando que Cuevas no estaba preciso con su servicio, se metió dentro de la cancha, jugando pelotas profundas, haciendo que el uruguayo impacte en movimiento, incomodo lo que le permitió quedarse con el quiebre en cero. Ambos mantuvieron luego su saque para que Alexander se quede con el primer set por 6-3.

Puro corazón uruguayo

Cuevas no se desanimó, tocado en su amor propio, logró una fenomenal reacción en el segundo, donde sólo cometió cuatro errores no forzados, ante la desconexión absoluta del teutón en el set. Con actitud y con magia como cuando sobrepasó a Zverev en la red, con un golpe de derecha de espaldas a la cancha, tras atraer al germano a la red, empezó a encaminar el set a su favor, quebrando con un soberbio revés a la línea. Mantuvo su saque y volvió a quebrar esta vez gracias a un error no forzado de derecha del alemán. El desenlace del set tuvo al uruguayo ganando sin problemas su saque y al alemán siendo quebrado nuevamente, gracias a un error increíble de Zverev, que conecto un contra pique parado, tirando desplacientemente su derecha, casi como si fuera un entrenamiento.

El tercer set fue parejo, ambos mantuvieron su saque hasta el noveno juego del set donde  Cuevas volvió a poner a pegar a Zverev corriendo con su derecha, algo que le dio frutos para dominar los puntos. El quiebre se concretó, después de un intenso peloteo que tuvo todas las variantes del juego y donde Cuevas tuvo la concentración necesaria para atacar y contraatacar al mismo tiempo y obtener el punto ante semejante esfuerzo. El uruguayo mantuvo su saque y termino quedándose con el set y el partido.

La garra no solo está en la cancha sino que también parte de la silla, su entrenador, el argentino Alberto Mancini, quien también derrochaba talento y actitud, algo que hoy el uruguayo repartió por toda la Caja Mágica.