La caída de Andy Murray en manos del estadounidense Sam Querrey marcó el inicio del segundo turno en la cancha central del All England Club, que enfrentaba nada menos que a Roger Federer con Milos Raonic, reviviendo el enfrentamiento disputado por ellos en Wimbledon 2016, cuando el canadiense sacó de carrera a Roger en cinco impresionantes sets.

Sin duda que la espina quedó guardada en el genio de Basilea y la herida fue difícil de cicatrizar para él y para todos los amantes del tenis quienes soñaban con ver a Roger levantar su tan ansiado octavo título en el Major de Londres. Sin embargo, el suizo dejó esos negativos recuerdos a un lado y se enfocó en el partido de cuartos de final, con el objetivo bien claro de acceder a una nueva ronda y quedar a un solo escalón de una nueva final.

En contraste con el partido pasado en Wimbledon, la solidez y el rendimiento de ambos en la presente temporada es totalmente diferente, lo que hacía pensar en un partido con Roger como principal candidato al triunfo.

El nivel de juego mostrado por el canadiense en 2017  no ha sido del todo encantador debido a distintas lesiones que lo obligaron a apartarse de una gran cantidad de torneos. Por su parte, Roger dejó atrás las lesiones en la rodilla que lo perjudicaron durante el año pasado y se encuentra, en el presente, en un momento extraordinario, con un juego sin fisuras y con la confianza que le otorgaron los cuatro títulos alcanzados en lo que va del año.

No obstante, el saque arrollador y la poderosa derecha del número siete del mundo son golpes letales a los cuales Roger debía encontrarle soluciones. Luego de una hora  y cincuenta y ocho minutos, el suizo desplegó un excelso tenis e inclinó con mucha contundencia el partido a su favor: con parciales de 6-4, 6-2 y 7-6 (4) avanzó a la semifinal de Wimbledon.

Federer arrasa en el inicio

En el inicio del encuentro, Roger comenzó embaladísimo y entendió a la perfección cuál era el tipo de partido que le convenía llevar a cabo para conseguir un buen resultado. Se mantuvo muy seguro desde el fondo de la cancha con todos sus golpes, no necesitó recurrir muchas veces a la red y jugó suelto y tranquilo los juegos al resto. Convirtió una buena cantidad de tiros ganadores y, desde temprano, sacó de eje al canadiense. Fundamentalmente, el suizo encontró la forma de generar espacios y quitarle estabilidad a su contrincante. Por su parte, Raonic arrancó un poco disminuido, impreciso, incómodo y, también, algo sorprendido por las devoluciones y los ataques  increíbles del suizo.

Sin bien alcanzó un alto porcentaje de primeros servicios, éste no le brindó grandes satisfacciones, debido a la falta de variaciones con el mismo, y a su vez, por el excelente desempeño desde esa faceta del juego por parte del máximo ganador en la historia de Grand Slam. Al mismo tiempo, Raonic falló más de la cuenta con los approach, lo que le imposibilitó  quedar bien posicionado en la red.  En el 1-1, Federer dispuso de la primera ocasión de quiebre pero no pudo hacer uso de ella. Posteriormente, el suizo generó un nuevo break  point: esta vez no perdonó y lo concretó ejecutando una derecha formidable. Roger cometió solo dos errores no forzados y mantuvo un saque realmente impecable. En media hora de juego, se quedó con el primer parcial por 6-4.

Roger brinda una clase de tenis

El segundo parcial fue una clase magistral de tenis. Federer brilló en la hierba de Londres y sin lugar a dudas, desplegó el mejor tenis de lo que va del torneo. Jugó a una velocidad sobrenatural con el drive, el revés causó mucho daño y apenas cometió un error en todo el set, impidiéndole al canadiense meterse en el partido. Raonic se tuvo que conformar con ver cómo el encuentro se le iba rápidamente de sus manos y presenció como un mero espectador en primera fila, el nivel implacable de Federer. El saque de su Majestad incluyó aperturas, potencia y colocaciones espectaculares, dejando en cero las posibilidades de un quiebre de su adversario. Al mismo tiempo, jugó pelotas planas y profundas y complementó su juego con voleas sensacionales. Roger puso en la pista toda su magia y con una facilidad alucinante quebró dos veces el saque de Raonic para quedarse con el set por 6-2.  Con su brillante tenis, Federer deleitó a los espectadores presentes en la pista central y aseguró estar más preparado que nunca para alcanzar una nueva corona.

El canadiense mejora y equilibra el partido

Milos Raonic se liberó, aguantó el huracán de tenis de su rival y mejoró  notablemente en el tercer parcial: con buenos disparos con su derecha y buenas devoluciones pudo equilibrar el encuentro para darle al mismo un emotivo desenlace. El ex número uno del mundo continuó jugando un gran tenis pero, lógicamente, bajó un poco el nivel con respecto a lo hecho en los dos sets anteriores. En el primer game, Raonic tuvo su primera oportunidad de quiebre pero un excelente servicio de Roger, le impidió tomar ventaja. Ambos concretaron tiros sobresalientes y el partido entró en un clima de tensión y nerviosismo. En el 4-4, se disputó, quizás, el mejor game del partido y fue acá donde apareció el carácter y la valentía de Federer para rescatar nada menos que cuatro pelotas de quiebre, todas ellas con puntos impresionantes.

La definición se extendió hasta el tie break  y luego de un mal comienzo de 0-3 con dos mini quiebres en contra, el de Basilea revirtió el marcador aumentando aún más su grandeza. Cuando el reloj marcaba casi las dos horas de juego, Roger Federer se quedó con el parcial por 7-6 (4) y accedió a la semifinal del prestigioso torneo de Wimbledon. Su enorme versión se vio alimentada por las derrotas de Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray, lo que refuerzan las posibilidades de título del suizo en el certamen británico. Su próximo rival será el checo Tomas Berdych con quien ha jugado en muchas ocasiones y dispone de un historial muy favorable con dieciocho triunfos y seis derrotas.