El español y número 23 del mundo, Albert Ramos, transitó por una temporada un tanto irregular y con muchos altibajos que hicieron que de un torneo a otro, su nombre pasara de enormes actuaciones a otras algo decepcionantes. Tras un principio de año que lo encontró fuera de foco y que incluyó duras derrotas en los certámenes previos al primer Grand Slam del año y del propio Australian Open, el hombre de Barcelona despertó del sueño al pisar el polvo de ladrillo, suelo que le asienta a la perfecto por su estilo de juego y donde pudo imponer su mejor versión. Entre otros grandes éxitos, alcanzó disputar su primera final de Másters 1000: cayó con Rafael Nadal en el principado de Monte Carlo.

Un año lleno de vaivenes

Varios torneos de escasa reputación como son los ATP 250 de Quito y  Buenos Aires fueron escalas justas y necesarias que le permitieron al español entrar en ritmo de competencia, amoldar  sus golpes  e ir reencontrándose, progresivamente, con él mismo. Con el correr de los partidos sus impactos fueron tomando color: su derecha cruzada comenzó a dañar notoriamente a sus rivales, se convirtió en un jugador muy pasador y generador de errores en sus contrincantes y, un Albert Ramos mucho más convincente, logró plasmar un gran tenis a mediado de año que sin dudas deseará repetir en la temporada que se avecina.

Su recorrido por tierra sudamericana le añadió el granito de confianza que requería para tratar de apuntar de lleno a los certámenes de mayor envergadura. Tras alcanzar las semifinales en Ecuador y los cuartos de final en Buenos Aires, el español concluyó su gira latinoamericana de la mejor manera. Se metió entre los cuatro mejores en el ATP 500 de Río de Janeiro, instancia donde fue eliminado contundentemente por el austríaco Dominic Thiem y, pudo también, arribar a su primera final del 2017 en el ATP 250 de Sao Paulo, donde fue vencido por Pablo Cuevas en un emocionante encuentro.

No obstante, cuando su juego se hallaba en su punto más alto y todo parecía indicar que podía aspirar a grandes cosas, la irregularidad y los errores no forzados volvieron a aparecer en su cuerpo derivando, consecuentemente, en una serie de torneos frustrantes en los que Albert Ramos apenas pudo superar alguna que otra fase. Los Másters 1000 de Indian Wells y Miami fueron eventos decepcionantes para Ramos ya que solo en el primero de ellos, alcanzó la segunda ronda.

Hazaña en Mónaco

Su tenis, basado en un juego intenso y profundo desde el fondo de la pista, no se acomodó en ningún momento a la superficie de cemento y, producto de esta falencia, fue que su nivel se desdibujó y reapareció según  la superficie de turno. Y así fue: tras dolorosas derrotas, el zurdo de 29 años de edad se reinventó en Monte Carlo. Renovado de energías y con mucha hambre de gloria, llevó a cabo su mejor semana del año. Superó a brillantes jugadores, entre ellos Andy Murray, Marin Cilic y Lucas Pouille, y desembocó en la final del torneo de Mónaco, donde lo esperó nada menos que el fuera de serie de Rafael Nadal que no le dio tregua durante todo el partido y lo aplastó con parciales de 6-1 y 6-3.  

Las actuaciones sobresalientes que afrontó en dicho torneo hicieron que Albert Ramos alcanzara la mejor puntuación de su carrera. Escaló varios puestos en el Ranking ATP y se ganó un lugar entre los 17 mejores jugadores del mundo. Sin embargo, esta semana soñada quedó en el pasado y  su tenis, otra vez, fue profundamente en desmedro. No pudo mantener la consistencia y solidez durante el resto de la temporada y cayó eliminado en tempraneras instancias en recurrentes certámenes. Se despidió a la primera de cambio de Madrid y Roma, y con algunos pasajes de gran tenis, fue eliminado en cuarta ronda de Roland Garros y en tercera de Wimbledon.

Luego de disputar el prestigioso torneo de Londres, Albert Ramos entró en una pésima seguidilla de derrotas. El argentino Leonardo Mayer lo venció en la primera ronda de Hamburgo, el estadounidense Taylor Fritz hizo lo propio en el ATP de Los Cabos (México) y su mal momento se extendió a lo largo de los Másters 100 de Montreal y Cincinnati, sitios que configuran la antesala previa al Abierto de los Estados Unidos. En el último Grand Slam de la temporada, el español quedó abatido luego de un extenuante partido ante Denis Istomin  que duró más de cinco horas y  que dictaminó su victoria. El cansancio acumulado por la dura batalla fue una ventaja suficiente que Nicolás Mahut aprovechó para eliminarlo en la ronda posterior.

El español dejó atrás un año irregular en el que alternó buenas y malas, pero que, en términos globales, lo dejan con un saldo positivo por haber sido protagonista de varios torneos de gran porte y por haber conseguido  su mejor puntuación en el ranking mundial (17).