Con el mes de Diciembre a la mitad, los tenistas ya se encuentran preparando el próximo curso que arrancará en un par de semanas, por lo cual es momento de valorar lo que ha dado de sí el 2017 para uno de los tenistas españoles más éxitosos de la última década, pero que en el presente curso ha sufrido un importante bajón que le ha relegado hasta la lejana trigésimo séptima posición del ránking ATP tras conseguir un balance de veinticuatro victorias y veintiún derrotas, siendo capaz de alzar los brazos en un torneo. 

Flojo comienzo de año

A primeros de hace doce largos meses, Ferrer comenzaba una temporada ilusionante, queriendo seguir entre las mejores raquetas del mundo pese a tener un año más en sus piernas, algo que le pesaría notablemente desde el comienzo. En Brisbane no mostraba buenas sensaciones el tenista de Jávea, cayendo en una segunda ronda que le sabía a poco para a continuación poner rumbo al ATP 250 de Auckland, donde tras quedar exento en primera ronda, sucumbía en la segunda ante Robin Haase. Un balance poco alentador de dos derrotas y un triunfo no hacían pensar en absoluto que Ferrer pudiera llegar lejos en el primer Grand Slam de la temporada, el Open de Australia, donde el español se imponía a Omar Jasika y Ernesto Escobedo para sucumbir en tercera ronda ante su compatriota Roberto Bautista en cuatro apretados sets.

Tras una gira oceánica no demasiado exitosa, Ferrer quería recuperar su mejor versión en latinoamérica, parando en primer lugar en el Argentina Open, donde el de Jávea nada podía hacer en su estreno ante Carlos Berlocq, quien vencía con comodidad enviando a David a su siguiente compromiso, el Rio Open, cita en la cual era Alexandr Dolgopolov el encargado de poner punto y final al camino del español en su primer partido. Sin conseguir ganar ni un solo partido sobre la tierra batida de lationamérica, Ferrer llegaba a los Masters 1000 de Miami e Indian Wells, dos importantes compromisos por la cantidad de puntos que se repartían, pero donde el de Jávea caía a las primeras de cambio ante Diego Schwartzman, tomando la importante decisión de no competir en Indian Wells por culpa de una lesión en el tendón de Aquiles que le obligaba a parar hasta la llegada nuevamente de los torneos de tierra en el Barcelona Open Banc Sabadell.

Nada cambia tras su vuelta de la lesión

En suelo barcelonés, Ferrer no superaba su primer partido cayendo estrepitosamente ante Kevin Anderson, poniendo rumbo al ATP 250 de Estoril donde conseguía recuperar las buenas sensaciones perdidas superando a Frederico Ferreira y Ryan Harrison para que ya en semifinales claudicara ante el poderío de su compatriota Pablo Carreño. El hecho de conseguir comenzar a despegar sobre la tierra batida hacía que Ferrer llegara al Mutua Madrid Open cargado de ilusión, con mucho que ganar y nada que perder hasta terminar llegando hasta la tercera ronda, donde se cruzaba en su camino Kei Nishikori, que en dos cómodos parciales le derrotaba. El japonés se convertía sin duda alguna en su peor víctima de la temporada, puesto que días después en Italia el de Jávea también caía ante él. Para poner punto y final a la primera parte de la gira sobre tierra, David Ferrer comparecía en el segundo Grand Slam del curso en Roland Garros, donde lograba vencer a Donald Young en cinco duros parciales en primera ronda, para a continuación perecer en cinco mangas ante su compatriota Feliciano López.

Cambiando de superficie, Ferrer llegaba a la hierba cayendo en el Gerry Weber Open y el Antalya Open en su primer partido frente a Robin Haase y Yuichi Sugita respectivamente, apareciendo así en el tercer Grand Slam del año en Wimbledon logrando sumar 90 puntos tras superar a Richard Gasquet y Steve Darcis, para caer en tercera ronda contra Tomas Berdych. Sin duda alguna el gran torneo del año para David Ferrer llegaría en territorio sueco, puesto que el ATP 250 de Bastad se convertía en un idilio con el buen juego para el tenista de Jávea, que derrotaba a Federico Delbonis, Dustin Brown, Henri Laaksonen, Fernando Verdasco y por último, en la gran final, a Alexandr Dolgopolov para coronarse campeón del torneo en el primer y único torneo que lograría en 2017. Todo mejoraba tras su reapación de la lesión, comenzaba a sumar victorias, algo que le ocurría en Hamburgo, donde caía en segunda ronda ante Delbonis para a continuación poner rumbo a norteamérica para disputar dos importantes Masters 1000 como el de Montreal y Cincinnati, el gran despegue del español.

Lucas y sombas en el final de temporada

En territorio canadiense, Ferrer mostraba unas buenas sensaciones que le llevaban a imponerse a Kyle Edmund y Jack Sock para perder en tercera ronda contra ni más ni menos que Roger Federer, sumando así 90 puntos que le hacían ganar confianza de cara a Cincinnati, cita en la que brillaría con luz propia dejando en el camino a Steve Johnson, Janko Tipsarevic, Pablo Carreño y Dominic Thiem, para sucumbir en semifinales contra Nick Kyrgios en dos muertes súbitas de infarto. El cansancio acumulado durante las últimas semanas, Ferrer no pasaba de la primera ronda en el US Open para poner rumbo nuevamente a Europa, donde en Amberes lograba vencer a Stefano Travaglia y Steve Darcis, perdiendo en tercera ronda ante Diego Schwartzman. En sus dos últimos torneos del año, Ferrer no podía hacer nada ante Kyle Edmund y Adrian Mannarino en el ATP 500 de Viena y el Masters 1000 de París-Bercy respectivamente, concluyendo así el año en la trigésimo séptima posición del ránking ATP tras conseguir un balance de veinticuatro victorias y veintiún derrotas.