Un error no forzado por parte Mackenzie Mcdonald en el quinto parcial le dio vida al actual número tres del mundo que, con mucho suspenso, consiguió acceder a la tercera ronda del caluroso primer Grand Slam de la temporada, instancia en la que chocaría con Andrey Rublev, verdugo del búlgaro en la segunda fase del Abierto de los Estados Unidos del pasado año.  El desahogo que le propició el triunfo por 8-6 en el set decisivo quedó  a un lado y Dimitrov saltó a la pista con el objetivo de vengarse de la dura derrota que sufrió ante el joven de 20 años en su único enfrentamiento.

En la pista principal de Melbourne, Dimitrov y Rublev protagonizaron un encuentro repleto de errores y pocas precisiones, situación inimaginable al referirnos a dos jugadores talentosos que saben cómo sobrepasar las adversidades gracias a las diferentes variedades que ambos tienen en su juego. Sin embargo, el ruso que llegó al presente duelo luego de dejar en el camino al español David Ferrer y al chipriota Marcos Baghdatis, realizó una mayor cantidad de errores no forzados que le facilitaron a un contrariado e irreconocible Dimitrov quedarse con el partido por 6-3, 4-6, 6-4 y 6-4.

Un prematuro quiebre en el inicio del primer parcial alertaron al búlgaro que desde temprano comenzó a fallar y a involucrarse en serios problemas. El revés de Grigor –que suele asombrar y funcionar a la perfección-, se convirtió en el principal defecto que lo acompañó hasta el último momento del partido. Su táctica se volvió muy predecible y repetitiva, y el abuso del revés con slice fue una obsesión a la que nunca pudo encontrarle solución. No obstante, el agresivo e impaciente juego de Rublev se trasladó a una suma importante de errores que le permitieron al vigente campeón del Másters de Londres dar vuelta el marcador y adueñarse de la primera manga por 6-3.

Con la tranquilidad de la obtención del primer parcial, Dimitrov elevó el porcentaje de primeros servicios, convirtió buenos winners con su derecha que descolocaron a su rival y se situó 4-3 con break a favor en la segunda manga. Cuando todo parecía a favor del búlgaro que atravesaba su mejor momento en la pista, la irregularidad y las dudas aparecieron de repente en su juego dejando la definición del set con un final incierto: el ruso aprovechó una serie de dobles faltas de su rival para romperle el servicio en dos oportunidades y para establecer, tras un 6-4, la igualdad del combate de tercera ronda.

Los siguientes parciales continuaron por la misma vía desembocando en un chato y cambiante partido. Las dobles faltas de uno y otro se plantaron en el centro de la escena y, por lo tanto, ambos dispusieron de muchas oportunidades de quiebre. El ruso golpeó primero en el tercer parcial pero Grigor Dimitrov no perdió la calma y reaccionó de forma instantánea  para  quedarse con el set por 6-4. El cielo se tiñó de gris para el joven ruso que no pudo imponer una buena versión y, si bien tuvo chances netas para llevar el encuentro a un quinto set, falló pelotas claves en el tramo final que lo dejaron fuera de competencia.  

Dimitrov no tuvo un buen rendimiento pero abandonó el Rod Laver Arena con la alegría de haberse ganado un lugar en los octavos de final del Abierto de Australia. El triunfo le aportó la serenidad para continuar entrenando y mejorando los aspectos negativos que plasmó en las últimas dos instancias del certamen australiano. Su próximo rival será el vencedor del duelo entre el local Nick Kyrgios y el francés Jo-Wilfried Tsonga.