Hay situaciones que obligan a salirse de la rutina y asumir laborales no convencionales en el día a día de un ser humano, verdad de la cual no escapan los periodistas, quienes están expuestos a asumir mil roles acorde a la búsqueda de información.

Lo que pasó ayer en el Atanasio Girardot no es un hecho ajeno a lo anteriormente mencionado, pues a diferencia de las otras veces que me siento a escribir para cumplir con la honrosa misión de informar, alejado de los adjetivos y las parcialidades, hoy lo hago con camiseta puesta, agradeciéndole a Christian Marrugo en nombre de la hinchada del Medellín, porque eso también somos los periodistas: representantes sociales.

Los jugadores van y vienen, mientras que las instituciones se mantienen y es a ellas a las que los aficionados se deben, pues pagan la boleta por los colores y no por quienes los portan. Sin embargo, el sentimiento de la gratitud es inherente al ser y a veces algunos jugadores se convierten, con méritos, en emblemas de los equipos.

Tal es el caso de Christian Marrugo, un volante que con su juego polifacético se ganó un lugar entre los más destacados del Independiente Medellín, quizá el más importante en el último año y medio. 

Ayer se despidió de la hinchada en medio de cánticos de agradecimiento.

Su nombre no es nuevo en Colombia, de hecho ya lleva 14 años jugando profesionalmente, aunque su papel protagónico no se le veía desde su paso por Deportes Tolima.

Al DIM llegó con la intención de volver a figurar en el balompié nacional y, entre otras cosas, se coronó en la Liga Águila 2016-I, siendo un título distinto a los que consiguió con Nacional y Cali, pues esta vez él era el director de orquesta.

Con la salida de Daniel Torres al fútbol español, le correspondió asumir la capitanía en el club antioqueño, siendo una vez más el líder, el que más corría, el de los lujos y el técnico dentro del campo de juego.

No es gratuito que tras su salida el técnico Juan José Peláez haya resaltado que ahora todos los jugadores deberán esforzarse más, ¿y cómo no? si con personajes como él el fútbol se hace mucho más fácil para el resto.

Con sus dos tantos, el DIM se coronó campeón después de siete años, el 19 de junio de 2016. Fotografía: DIM Oficial

Queda como un grato recuerdo, de esos que jamás se borran, el día que con sus dos goles contra Junior adornó el escudo del DIM con la sexta estrella. Por eso y más es que su nombre es sinónimo de magia, y por su compromiso se merece tener una revancha en México, para tal vez luego volver a la institución que hoy le dice: ¡gracias capitán!