Con los altibajos -más bajos que altos- que ha tenido Nacional en lo que va de 2017, ya advertía en la previa Reinaldo Rueda que el marco festivo y la sed de resultados que traía Once Caldas podrían complicar la labor del equipo para conseguir la victoria y no defraudar.

La titular ya dejaba ver que el DT 'verde' quiere pegar un vuelco a la situación futbolística del club, quizá no con los nombres más idóneos, pero algo de expectativa sí generaba. Una alternancia de 4-4-1-1 o 4-4-2, con Mosuqera y Arley jugando como carrileros y Bernal con la obligación de surtir a Ruiz y Dayro que jugarían mucho más cercanos para atraer el juego de Nacional a su zona.

Sin embargo, el efecto logrado no estuvo ni cerca del que seguro Reinaldo quería, lo mejor de Nacional lo aportaron Ruiz jugando de pívot y Dayro rematando. El circuito siempre estuvo distante, Bernal, como de costumbre, fue más un ente que un volante fructífero. Ni hablar de Mosquera y Alrey, quienes se cansaron de tirar centros a la nada y cortar ataques del equipo.

Once Caldas tampoco hizo mucho por el partido, a excepción de Ortega y Estupiñan, acompañados por Elkin Soto en varios tramos, no hubo más por destacar. Quizá su trabajo defensivo, aunque con muy poco y por la zona más poblada Nacional supo generar peligro.

El cambio llego pasados 50' minutos del ST, cuando entraron Ibargüen y Mateus a jugar. Por fin Ruiz y Dayro vieron esperanza en jugar a algo más que solo pelotazos. Nacional se fue a campo rival con la ambición de otros momentos futbolísticos, pero precisamente ese aspecto era el que no acompañaba y terminó por reducir el ímpetu de los recién ingresados.

Chispazos de Dayro parecieron despertar a un Nacional que no encontraba el camino y se estaba contagiando de la ansiedad que bajaba de la tribuna. Lo que Rueda anticipo estaba ocurriendo, Once Caldas hacia negocio y Nacional no podía soportar la presión del contexto.

Minutos después ingresó Nieto, quizá como la última carta de unir el talento del equipo y generar algo de buen juego, fenómeno que ya se extraña en la ciudad. Pero no, por esas curiosidades de la vida falló la luminaria del estadio, acaso queriendo retratar el juego de Nacional, a oscuras, con la gente ansiosa y su CT preocupado. Ni el tiempo ni el futbol eran amigos del equipo hoy.

Pero otra vez el factor, no sé, espiritual y divino estuvo del lado verde y tras una combinación con Mateus, Dayro pudo sentenciar al fin el gol de la victoria a falta de pocos minutos. Hubo un deja vú con el último partido ante Junior, no solo por esta peculiaridad, sino por el juego, una muestra innegable del ya profundo bache futbolístico en el que se encuentra Nacional.

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Sobre el autor
Julián  Restrepo
El Periodismo deportivo es parte esencial de mi vida desde los 10 años y es algo que haré con pasión siempre. La objetividad el estilo que trato de implementar al hacer una de las cosas que más amo, escribir. Amor eterno por el fútbol.