De no contar en los planes del club a hacer cuatro goles en su primer partido del campeonato. Esa es la historia de Agustin Gutiérrez, jugador racinguista que, por problemas con la renovación de su contrato, la institución había decidido no contar con él para ésta temporada. Finalmente, y para la alegría de todo el pueblo cervecero, el problema contractual se logró solucionar y Guti volvió al primer equipo.

Danubio llegaba como campeón uruguayo, debutando en casa ante un Racing que ya no contaba con su máxima figura del campeonato anterior, Antonio Gorosito, quien fue vendido al Necaxa de México. El conjunto de la curva, que para éste campeonato perdió a su goleador Jonathan Alvez, era el favorito, pero eso debía demostrarlo dentro de la cancha.

Un grave error del zaguero Rodrigo Brasesco propiciaba el primer gol del partido, de la mano de Matías Castro, con el cual el local se adelantaba en el tanteador por 1-0. La escuelita, que mantenía su buen juego de toque, no encontraba los espacios, mientras que el conjunto danubiano esperaba y contragolpeaba. Nuevamente un error del mismo defensa generaba un córner en favor del equipo de Leo Ramos, que derivaba en el segundo gol del partido, por medio de Fabricio Formiliano.

Y así finalizaba el primer tiempo, con un Danubio que no era más en el marcador pero que supo aprovechar las falencias defensivas del visitante. De todos modos, el joven DT Mauricio Larriera no estaba dispuesto a entregar el partido. Tras un arranque del segundo tiempo con dominio franjeado, Racing reaccionaba dando ingreso a Agustin Gutiérrez, el hábil atacante cervecero que días atrás no sabía si quiera si iba a volver a vestir la casaca albiverde. Los de Sayago retornaban al buen trato de la pelota, pero no encontraban el gol. 

Mientras los de Maroñas hacían cambios defensivos, la visita renovaba su poder ofensivo con cambios que daban más velocidad a su ataque. La justicia del fútbol llegaría a Jardines, y en el '78, tras un claro agarrón dentro del área, Andrés Cunha señalaba penal, el cual se encargaba de convertir el ingresado Gutiérrez, 2-1. Pero la cosa no terminaba ahí, y en el '89, otra vez Gutiérrez, ésta vez en una gran jugada colectiva, anotaba el empate.

El local, presionado por su gente, intentaba buscar la victoria, pero la academia, aprovechando el alirón anímico, encontraba el espacio y anotaba el 2-3, firmando un hat-trick para el Guti. Ya en la última del partido, con todo Danubio volcado al ataque, un contragolpe letal de Diego Zabala, servía la pelota al autor de los tres goles anteriores, que en ésta ocasión solo debió empujarla para firmar su primer póquer en su corta carrera profesional, y finiquitar el partido en un 2-4 para los suyos.